viernes, 2 de septiembre de 2011

capitulo 16


—¡Eras tu! ¿Tú, el que me aterrorizaba tanto que no podía dormir? Tú el que me perseguía y... y… —. Ella ni siquiera podía comenzar a recordar la tortura que él le había hecho vivir esas pocas primeras semanas. Ella había pensado que estaba enloqueciendo. —¿Por qué me hiciste pensar que eras un Oneroi? ¿Sólo para poder alimentarte de mí?

—Al principio, sólo deseaba alejarte Ana. Yo sabía que no irías con el dragón, entonces me presenté ante ti como un hombre. Y luego, más tarde… —. Su voz se desvaneció mientras sus ojos se apagaban.
—Me mentiste.
—Lo sé.
Ella se alejó de él. La agonía en sus ojos lo laceró.
 

Zac apretó sus dientes mientras la pena lo llenaba. —Te necesitaba, Ness. Y yo no sabía como más mantenerte conmigo —. Se estiró hacia ella.
Ella se encogió y el gesto lo atravesó. Ella no deseaba que la tocara.
Como todos los demás, ella, también, lo rechazaba.
El dolor de la traición sobre su rostro lo hizo sentir más bajo que cualquiera de los insultos que los demás alguna vez le hubieran dirigido.
—Yo debería haberlo sabido —susurró ella, —alguien como el que tu fingiste ser realmente nunca hubiera deseado a alguien como yo.
Zac se estremeció ante el dolor de su voz. —Ness, no digas eso. Eres la persona más maravillosa que alguna vez ha existido.
—¿Esta es otra de tus mentiras?
Zac cerró sus ojos. No había nada que él pudiera decir para arreglar esto. Él se había equivocado desde el principio.
Todo el que podía hacer ahora era asegurarse que ningún otro de su clase le hiciera daño.
—¡M'Ordant! —llamó, convocando a su hermano.
El Oneroi apareció entre Ana y Rick Sword.
Zac suspiró. —Iré con ellos tranquilamente si tú los mantienes alejados de ella.
—¿Es mi trabajo, no?
Zac cabeceó. Ese era el trabajo del Oneroi, ayudar. El trabajo del Skotos era usar y destruir.
Él se dio vuelta para mirar a Ness, pero ella se negó a encontrar su mirada. A juzgar por las lágrimas contra las que ella luchaba, se diría que había hecho su trabajo muy bien esta vez.
Su última visión de ella fue cuando M'Ordant pasó su brazo alrededor de ella del modo que él anhelaba.
Ana y Rick Sword lo agarraron para llevarlo a casa.
—Lo siento, Ness —susurró Zac mientras ellos destellaban del reino humano al suyo. —Lo siento mucho.
Vane no se movió. Sabía que Zac se había ido. Ella había oído la sinceridad en su disculpa cuando él desapareció. Pero por dentro ella estaba en carne viva. Cruda traición. Ella seguía viendo al horrible dragón. Sintiendo las garras escamosas sobre ella.
¿Cómo eso podía ser el mismo hombre que había hecho el amor con ella? ¿El mismo hombre que la había hecho amarlo?
La traición de eso laceró su corazón. ¿Por qué? ¿Por qué la había hecho creer en él?
—No entiendo nada de esto —dijo ella a M'Ordant.
—Shh —dijo él, apartando el pelo de su cara. —Ana y Rick Sword te querían para ellos, pero Zac te tuvo primero. Cuando ella averiguó que él te había sacado, estaba lívida.
—¿Pero cómo me encontró él?
—Algo en tu subconsciente llamaba por él. Se suponía que te daría una sola pesadilla y seguiría adelante, pero no lo hizo.
—¿Y Ashley?
—Cuando ella no pudo alejarte de él, llamó a su compañero, a Rick Sword. Fui alertado poco después para protegerte. Le dije a Zac que te dejara. Él se negó.
Su cabeza flotaba con la información de M'Ordant y por el miedo y dolor dentro de ella. —¿Por qué se negó a abandonarme?
—No lo sé. Supongo que por lo que él es. El Skoti absorbe las esperanzas y sueños de otros. Supongo que él quiso jugar al héroe contigo. Fortaleciéndote, él podía hacerte más daño.
Ness se sintió tan tonta. Tan traicionada. ¿Cómo podía haber estado tan ciega?
Los ojos, pensó con un sobresalto. Ella debería haber comprendido que los ojos eran del mismo color.

De pronto, se sintió enferma.
Afligida, se dirigió a casa, queriendo olvidar que alguna vez había oído de Zac.
 Vane se sentó sola el resto del día, pensando, recordando.Tu deberías ser escritora —. La voz amable de Zac se repetía en su cabeza.No era al demonio el que ella recordaba mientras se sentaba sobre su sofá, apretando una almohada por el medio; era al hombre. Y mientras se sentaba sola en su departamento, comprendió que nunca lo vería otra vez.
Nunca poder compartir su día o sus pensamientos.
Más que nada, ya no podría contarle sus sueños. Zac podría haber empezado para alimentarse de ella, pero en el final le había dado mucho más.
Había sido su amigo tanto como su amante.
La pérdida la atravesó.
¿Pero qué podía hacer? Él estaba de vuelta en su mundo y ella estaba en el suyo. Estaba terminado.
No había nada más.
Al final, el Skotos había ganado después de todo. Zac había agotado toda su felicidad, todas sus esperanzas, todos sus sueños. Lo que quedaba era una cáscara de dolor, vacía que no quería nada más de este mundo o el otro.
¿Estaba realmente tan desesperada por un héroe que aceptaría a un demonio disfrazado?
 
Cuando los días fueron pasando, el dolor de la traición comenzó a disminuir y Vanessa recordó más de sus sueños.
Cuanto más recordaba, más quería ver a Zac una última vez. ¿Ella podría haber sido tan estúpida de dejarlo a él hacer una completa tonta de ella?
Ella no lo creía.
Zac no era cruel. Había visto cosas en él que desafiaba lo que sabía que él era. Sus palabras volvieron a ella. Palabras de protección. Le había enseñado a liberar su creatividad para mantener lejos al Skoti.
Y ahí en el final…
—Iré con ellos tranquilamente si tú los mantienes lejos de ella.
No, esas no eran las palabras de un monstruo. Esas eran las palabras de un hombre que se preocupó más por su seguridad que por la propia. Ese hombre, a pesar de lo que M'Ordant le había dicho, no era completamente malvado.
Desesperada, Vane se fue a dormir, intentando encontrar a Zac otra vez. No funcionó.
Vane se despertó en medio de la noche, aterrorizada. ¿Dónde estaba Zac y por qué no venía a ella?
Por más de una semana intentó todo lo que podía pensar para alcanzar a Zac. Nada funcionó. Y con cada día que pasaba, ella sufría más.
Tenía que haber algún modo de ponerse en contacto con él.
Desalentada y afligida, Nessa se sentó en su escritorio, aturdida. Apenas había dormido en días y estaba muy fatigada.
—Zac —susurró. —¿Por qué no me hablas más?
—Vanessa —dijo Lucas desde la puerta. —A mi oficina. Ahora.