miércoles, 23 de noviembre de 2011

FINAL

Una ardiente sensación comenzó en el cuerpo de Zac, y con cada latido del corazón que pasaba, él se sintió fortalecerse.
—Me parece, muchacho, que tienes una decisión que tomar.
Nessa abrió la puerta de su departamento. El familiar agujero en su corazón ardía mientras ella se imaginaba cómo sería venir a casa, sólo una vez, y tener a Zac aquí.
Ella había estado haciendo mucho esto últimamente. Soñar despierta. Ella nunca había soñado despierta antes. Y había estado escribiendo. Pero no había nadie con quien compartirlo.
Eso lastimaba más que todo.
Sacándose los zapatos, dejó las llaves sobre la chimenea y vio un pétalo de rosa blanco sobre la alfombra. Ella frunció el ceño mientras notaba varios más.
Parecían formar un camino que conducía a su dormitorio. Ella lo siguió.
Cuando llegó a la entrada, su corazón se detuvo.
Zac estaba dormido en su cama. Con la ropa de cama enredada en sus largos, oscuros miembros.
Él era la cosa más magnífica que ella hubiera visto en su vida.
Nessa se rió mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos. ¿Cómo? ¿Cómo podía él estar aquí?
Precipitándose a su cama, cayó sobre sus rodillas e intentó despertarlo.
Él no se movió.
Sin importar cuanto lo intentó, él no despertaba.
—¿Zac? —dijo ella, tragando con miedo. —Por favor, mírame.
Nada.
Aterrorizada, ella vio una pequeña nota sobre la mesa de noche.
Levantándola, leyó:
Es por el amor verdadero que todos los milagros son realizados. Si tú realmente me amas, Ness, besa mis labios y habré nacido en tu mundo como un hombre mortal. Si no, te esperaré sólo en tus sueños.
Tienes hasta la medianoche para decidir.
Z
Ella no necesitó hasta la medianoche para decidirse. Tomando su cara en sus manos, ella lo besó con todo el amor en su corazón.
Su pecho se elevó bruscamente mientras sus brazos se envolvían alrededor de ella y la mantenían apretada.
Ness se rió feliz mientras Zac profundizaba su beso. Su cabeza flotando por su calor, su pasión, ella nunca quería dejarlo ir.
Mordiendo sus labios, él se apartó para sonreírle. El amor en sus ojos azul plateados azules la chamuscó. —¿Lo tomo como que quieres quedarte conmigo?
—Amigo, tú inténtalo y déjame y te seguiré al final de la tierra y más allá para encontrarte y traerte a casa.
Zac se rió. Ella ya se lo había probado.
Ness tembló mientras él desabotonaba su camisa. —Creo que sé lo primero que quieres hacer como un hombre mortal.
Él corrió su lengua sobre su garganta, subiendo hasta su oído, donde su aliento la hizo estremecer. —Créeme, amor, tu no dormirás esta noche.

Dos años más tarde...

Zac estaba acostado sobre el sofá con su pequeña hija dormida sobre su pecho. Miraba fijamente la maraña de rizos castaños, curioso sobre lo que ella estaría soñando.
Él sintió que su esposa estaba de pie sobre ellos.
Levantando la mirada, vio la magnífica sonrisa de Ness. —Hola —dijo él,  preguntándose que se traía entre manos. Había un destello en sus ojos muy parecido al que había tenido el día que le había dicho que estaba embarazada.
—¿Adivina qué? —le fijo, su voz llena de entusiasmo.
—¿Estás embarazada otra vez?
Ella puso sus ojos en blanco. —Sólo han pasado tres meses desde que tuvimos a Emma.
—Suele pasar.
Ella le hizo un sonido ordinario, luego sacó su brazo de su espalda y puso un libro en sus manos.
Zac lo miró inexpresivamente hasta que vio el nombre que estaba en la portada. —Oh mi Dios —susurró, —es tu novela.
-Lo sé —dijo ella, dando brincos. —¡Mi editor me envió la primera copia! Será enviado a las tiendas la semana que viene.
Cuidando no despertar al bebé, Zac la dejó sobre el sofá para tomar a Ness en sus brazos.
Vanessa suspiró al sentir sus labios sobre los suyos. Incluso ahora, esos labios podían incinerarla. Y su olor… Dios mío, cómo le gustaba el olor de su piel.
—Gracias, Zac —dijo ella, separándose para mirar fijamente aquellos hechiceros ojos de plata. —Yo nunca lo hubiera escrito sin ti.
—Y yo nunca hubiera vivido sin ti.
Nessa lo sostuvo cerca, encantada con lo que sentía por él y su hija. Los dos fueron el mejor regalo que Vane jamás hubiera esperado.
Y fue entonces cuando ella comprendió que hasta de la pesadilla más oscura, podía venir algo bueno. Le había costado fuerza y coraje, pero al final, había merecido la pena la batalla.
—Te amo, Mi Ness —susurró él contra su pelo.
—Te amo, Zac, y siempre lo haré.
                                        FIN
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  Chicas  como se han dado cuenta este es el ultimo capitulo ;( 
  Talvez este fin de semana ponga el nuevo epilogo de una nueva novela. Gracias chicas por leer esta novela , estoy pensando cancelar la novela  Placer y Venganza por que pienso no estan interesante pero digame si la cancelo o no quiero sus opiniones por favor y comenten . BYE
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jueves, 17 de noviembre de 2011

Capitulo 18

— Quiero que nos vayamos a casa. Juntos.
Las lágrimas se derramaron de sus ojos hinchados, ardiendo despiadadamente. Era una mentira cruel. Él nunca había tenido una casa. Nunca tuvo amor.
Él tiró contra la cadena que lo ahogaba,  deseando durante un momento poder estar con Vanessa otra vez en sus sueños. Ese había sido el único tiempo en la eternidad que había conocido la felicidad. —Estoy condenado aquí, Ness. No tengo ningún poder. Nada para ofrecerte en absoluto. Debes irte. Si te quedas aquí demasiado tiempo, ellos no te dejarán marchar.
Nessa miró alrededor su fría, oscura prisión que apestaba y se deslizaba. Ella nunca había visto un lugar más inhospitalario. Su peor miedo había sido estar atrapada en esta cueva con el dragón.
Pero si era esto lo que costaba tener a Zac, entonces ella estaba dispuesta a hacerlo. —No voy a abandonarte otra vez.
Él levantó su cabeza y ella entendió que estaba intentando verla. —¿Qué dices?
—Estoy diciendo que si no puedes ir a casa conmigo, entonces me quedaré aquí contigo. Para siempre.
Zac quedó boquiabierto. —No sabes lo que estas haciendo —. La empujó con su garra. —¡Vete!
Ella no se movió. —No te abandonaré.
Él la tomó en sus brazos y sostuvo cerca. —Si realmente me amas, Nessa, no te quedarás. Yo nunca podría soportar saber que estas aquí por culpa mia. Por favor, mi amor, por favor vete y nunca mires atrás.
Nessa se sentó indecisa, sosteniendo su garra en su mano. ¿Cómo podía abandonarlo aquí, así, sabiendo que nadie más lo ayudaría, lo consolaría?
M'Ordant avanzó y la separó de Zac, luego la llevó a la entrada, donde él la hizo esperar.
Durante varios minutos, Zac no se movió en absoluto. Entonces él levantó su cabeza e intentó mirar alrededor.
—¿Ness? —preguntó tranquilamente. —¿Estás todavía aquí?
M'Ordant le hizo señas para que guardara silencio. —Ella se está yendo ahora.
Los labios de Zac temblaron por la tristeza. —¿La llevas a su casa?
—Sí.
—Gracias —. Él se tendió como si toda su fuerza lo hubiera abandonado.
—Dime —dijo M'Ordant. —¿Por qué no has querido que se quedara contigo?
—Tú no lo entenderías.
—¿Entender qué?
—Amor.
M'Ordant resopló. —¿Qué sabe un Skotos del amor?
—Absolutamente nada… —. Él suspiró. —Y todo. Yo no podía pedirle que se quedara aquí cuando sé cuanto la asusta este lugar.
—¿Pero tu querías que ella se quedara?
Zac cabeceó débilmente. —Más de lo que quiero mi libertad. Ahora, déjame, hermano.
Nessa limpió las lágrimas de su cara mientras miraba fijamente a M'Ordant. Ella le dirigió una mirada esperanzada.
—¿Puedo quedarme? —susurró para que Zac no la oyera.
Con cara impasible, M'Ordant sacudió su cabeza y la sacó del cuarto. —Eso no lo decido yo.
—¿Entonces quien?
Él se negó a contestar. —Tienes que marcharte.
—No lo abandonaré —dijo ella con voz firme. —Y nadie me hará hacerlo.
Ness averiguó que esas eran las famosas últimas palabras cuando se despertó otra vez en su oficina. Cuando se negocia con dioses griegos, la voluntad humana no valía mucho.
Lo peor de todo, era que no había absolutamente nada que ella pudiera hacer para ayudarlo. Nada.

—Zac.
Zac apretó sus dientes al oír la voz de Hypnos. Él metió la corona de Ness bajo una roca cercana para impedir que el dios la viera y se la quitara como había hecho con las fotos.
Esto era todo lo que Zac tenía de ella y él no podía soportar siquiera pensar en perderla.
Él se forzó a enderezarse y aclaró su garganta de la pena que lo ahogaba. —No me di cuenta que era tiempo para más castigo.
Hypnos resopló. —No puedo quebrarte, ¿verdad?
Él sintió al dios moviéndose a su alrededor.
—Tu sabes —dijo Hypnos con irritación, —que he intentado desde el alba de los tiempos hacer que me temieras. Y nunca lo has hecho. ¿Por qué es eso?
—No puedo sentir emociones, ¿recuerdas?
—No. Lo que eres, es irrespetuoso, irreverente, y sarcástico. Nunca has calzado con nosotros. Y lo que siempre me hacía ponerme más loco contigo era que tú nunca, siquiera lo has intentado.
Zac se rió débilmente. —Un Skotos malo hasta los huesos, imagínate eso.
—Bueno, ahí está tu problema. A diferencia de los demás, tú nunca lo fuiste. Yo nunca pude matar ese último diminuto trozo de bondad en ti. Ese último trozo que era capaz de honor. Capaz de sacrificio.
Zac frunció el ceño.
—M'Ordant me dijo que has hecho con Vanessa. Tanto en la Tierra como aquí. Por consiguiente, Hades me ha informado que él no puede mantenerte en Tartarus. Sólo las almas que son completamente incapaces de amar pueden quedarse aquí.
Una ardiente sensación comenzó en el cuerpo de Zac, y con cada latido del corazón que pasaba, él se sintió fortalecerse.
—Me parece, muchacho, que tienes una decisión que tomar.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Capitulo 17

—Zac —susurró. —¿Por qué no me hablas más?
—Vanessa —dijo Lucas desde la puerta. —A mi oficina. Ahora.
Por el tono de su voz calculó que estaba en un problema serio. Sin duda él iba a despedirla por faltar tanto al trabajo.
¿Qué le importaba, de todos modos? En este punto, sólo se dejaba llevar por la vida. Nada era importante para ella ahora. Había perdido la única cosa que le dio significado a su vida. Al único que había creído en ella.
Deprimida, se levantó y caminó la corta distancia a la oficina de Lucas.
—Cierra la puerta. Siéntate.
Ella hizo lo que él ordenó.
Él se sentó ahí, durante varios minutos, bebiendo a sorbos su café, leyendo su correo electrónico.
Ella se preguntó si él la habría olvidado. Entonces se dio vuelta, bajó sus anteojos por el puente de su nariz, y la miró fijamente. —¿Es horrible, verdad?
—¿Qué?
—Amar a un inmortal.
Nessa tuvo el impulso repentino de limpiarse a fondo sus oídos. —¿Perdón?
—Oh, vamos, no juegues a la inocente conmigo. ¿Por qué piensas que Ashley trabajaba aquí? —. Él señaló el tatuaje de un delfín sobre su antebrazo izquierdo. —Soy un oráculo para los dioses griegos. Que es por lo que estoy tan malditamente cansado e irritable todo el tiempo. Ellos tienen el hábito más molesto de interrumpir cuando uno menos lo espera —. Él suspiró con indignación. —Al menos ellos podrían hacer que me pagaran, pero oh no, fui lo suficientemente afortunado para haber nacido así. Y las ventajas… —él resopló. —No duermo, no cobro, ninguna paz. Tengo que amarlo.
Ella no hizo caso de su diatriba. —Entonces, ¿eres como el Oráculo de Delphos? Creía que eran todas mujeres.
—Esos oráculos particularmente lo son, pero no todos somos hembras. Obviamente. Somos simplemente canales humanos a varios dioses.
Totalmente confundida, ella lo miró fijamente, preguntándose si tal vez esto era un sueño también, o si el Gran Jefe se había vuelto, él, loco. Algo no estaba bien, por lo menos.
—Bien, entonces eres un oráculo. ¿Quieres decirme por qué empleaste a Ashley si sabías que ella era un monstruo chupa-sueños?
Él se encogió de hombros. —Ella es un dios y no tengo opción excepto servirla. Ella quería una posibilidad de alcanzar objetivos humanos. Simplemente le proporcioné una cubierta segura.
—¿Tu me vendiste?
—No —dijo él, su mirada severa volviéndose amable. —No se suponía que ellos te agotaran como lo hizo Zac. Confía en mí. Lo que él hizo estuvo mal. Y puedes  descansar segura de que él está siendo adecuadamente castigado por ello.
Su corazón se paró ante el amenazante tono de su voz. —¿Castigado cómo?
—¿De qué te preocupas? —preguntó él, volviendo a subir sus anteojos por su nariz. —Te has librado de él. ¿Correcto? No más Skoti en tus sueños. Tienes tu vida otra vez.
—Quiero saber —. No, ella tenía que saber qué le había pasado.
Lucas tomó un trago de café. —¿Por qué?, ellos lo enviaron a Tartarus, por supuesto.
Ness no entendió el término, y en ese momento deseó haber prestado más atención en la escuela. —¿Es eso como una cárcel?
—Oh, no, querida. Es el infierno. Ellos lo mataron al minuto que lo llevaron a su reino.
Nessa no podía respirar mientras las lágrimas llenaban sus ojos. El peso en su pecho era insoportable. Eso no era verdad. Eso no podía ser verdad. —¿Ellos lo mataron?
—¿No lo sabías? —preguntó él simplemente. —¿Él no te dijo lo que ellos iban a hacerle? Zac nunca fue de los que jugaban según las reglas. Ya le habían prohibido hace siglos que tomara forma humana y había sido desterrado de este reino.
—¿Por qué?
—Por que él fingía ser humano. Se supone que un Skoti no tiene ningún tipo de creatividad propia. No se supone que deseen el amor. No se supone que quieran algo más que una sola noche de paseo por los sueños, saltando de una persona a la siguiente. Él se había comportado durante siglos, hasta que te encontró. Incluso después de que ellos le quitaron toda la piel de su cuerpo inmortal, él no pudo estar lejos de ti.
Lucas suspiró. —Hypnos ya había prohibido sus poderes de transformación, entonces decidió que no había nada más que hacer con él. Y ya que Zac no lo obedecería, ellos le enviaron a Tartarus por toda la eternidad.
Y ya que Zac no lo obedecería, ellos le enviaron a Tartarus por toda la eternidad.
—Pero él no me hizo daño. No realmente.
—¿No lo hizo? Tú luces horrible desde aquí. Has estado llorando por meses. Y juro que has perdido al menos cinco kilos desde que todo esto comenzó.
—Eso no es su culpa.
—¿No?
—No. No quiero que él sufra debido a mí.
Con su mirada buscando la suya, Lucas sacó un sobre de su cajón del escritorio y se lo dio.
—¿Qué es esto?
—Ábrelo.
Frunciendo el ceño, Vane hizo lo que dijo y vio las tres fotos de ella y Zac en la feria. Su mano tembló mientras la pena y la agonía se arremolinaban en su corazón. —¿Dónde conseguiste esto?
—M'Ordant te los envía. Él pensó que podría gustarte tenerlas como recuerdo.
Ella miró fijamente la hermosa cara de Zac. El amor en sus ojos.
—Tengo que verlo —insistió ella.
Lucas sacudió su cabeza y suspiró otra vez. —Bien, me temo que es demasiado tarde ahora.
—No puede ser. Por favor. Tengo que verlo otra vez. Por favor, dime que hay algún modo en que puedo alcanzarlo.
Lucas estrechó los ojos y le lanzó una intensa mirada. —Eso depende de si tú realmente lo amas o no.

Vanessa todavía no podía creer lo que ella estaba haciendo. Había permitido a Lucas a tele-transportarla al Inframundo, donde le había dicho que M'Ordant estaría esperando para guiarla a Zac.
No es que ella realmente creyera en el Inframundo, pero en este punto…
M'Ordant se materializó delante de ella. —¿Estás segura sobre esto?
—Sí.
Asintiendo, la condujo por una profunda y oscura caverna, que le recordó mucho a la que Zac había usado para atormentarla. Ellos anduvieron por lo que parecieron millas antes de llegar a una pequeña cueva.
Una luz estaba brillando dentro y ella podía oír la voz de un hombre hablando. —¿Estás pensando en ella otra vez, verdad?
Ella miró dentro y vio al una vez orgulloso dragón yaciendo débilmente sobre el suelo con su espalda hacia ella. Alguien había encadenado su cuello a una gran roca. Sus hombros estaban caídos, sus alas yacía rotas e inútiles sobre el piso de tierra. Su piel rojiza tenía un aspecto ceniciento, deshidratado y cada centímetro de su cuerpo estaba cubierto de cardenales sangrantes.
Vanessa tragó ante la vista. ¿Podía ser realmente ese monstruo el hombre que ella amaba?
—¿Cuál es su nombre? —preguntó el hombre. —¿Valeria?
—Vanessa —chirrió el dragón, su voz a la vez familiar y aún así, extraña. —Su nombre es Vanessa.
—Ah, sí, Vanessa —. El hombre sacudió su cabeza. —¿Dime qué clase de idiota sin valor deja la inmortalidad por una mujer? ¿Sobre todo por una mujer que lo lanzó tan rápidamente a su muerte?
—Ella valía la pena.
—¿Lo valía? M'Ordant me dijo que ella estaba soñando con un hombre anoche. Uno del tipo rubio-dorado. Imagínate que si ella sueña con alguien más tan pronto, probablemente ya lo ha elegido y está lista para dormir con él. Apuesto que ella le está dando alto y duro aún mientras estamos hablando.
El dragón soltó un grito angustiado que la desgarró.
El hombre no pareció preocuparse. Él vertió comida y agua en dos contenedores y los alejó del dragón. —Harías bien en apresurarte. No creo que puedas alimentarte antes que tu comida se haya evaporado —. Luego, se desvaneció.
Nessa miró como el dragón luchaba por alcanzar la comida y el agua. Sus heridas sangraron de nuevo mientras cojeaba, tirando contra la roca que sólo apenas se movería. Él sostenía algo sobre su corazón, y cuando ella vio qué agarraba, su propio corazón se partió por el dolor.
Era aquella estúpida corona de flores salvajes que ella había hecho.
Zac se derrumbó justo adelante del agua, su garra extendida, desesperado por alcanzarla.
Con lágrimas corriendo por su cara, Ness corrió a donde él estaba. Ella agarró el agua, notando que la mitad ya se había perdido, y cuando tocó el contenedor, supo por qué. Estaba al rojo vivo. Le quemaba las manos, pero no le importó.
Zac necesitaba el agua.
Arrodillándose, ella lo ayudó a sentarse lo suficiente para que pudiera beber.
Zac jadeó al sentir que el líquido calmaba su garganta reseca. Sus ojos estaban tan hinchados por sus palizas que él no podía ver quien lo ayudaba. Todo lo que él sabía era que por fin tenía un momento de paz para su ardiente sed.
—Gracias —respiró, dejando caer su cabeza hacia atrás.
—De nada.
Él se congeló al oír la voz que se había quedado con él todas estas semanas. La voz que tanto lo calmaba como lo torturaba.
Entonces sintió su suave toque contra su carne escamosa.
Nessa se lamentó por lo que ellos le habían hecho. Ella pasó su mano a lo largo de su carne débil, incapaz de creer que lo hubieran reducido a semejante estado.
Él intentó apartarse de ella. —Vete. No quiero que me veas en esta forma espantosa.
Ness apoyó su mejilla contra la suya y lo acercó a ella. Ahora entendía lo que él había querido decir esa noche en la feria. —No me importa a que te pareces, Zac. Te amo como eres.
Esas palabras se derramaron sobre él. —Tu no eres real —dijo él, su voz regañándola. —Mi preciosa Ness no puede amar a un monstruo. Nadie puede. Ella es bondad y luz, y yo… yo soy nada.
Él alzó la vista y rugió al techo, —¡Maldito seas Hades! ¡Cómo te atreves a burlate así de mí, bastardo! ¿No es suficiente para ti que sufra cada minuto de cada hora por ella? Sólo déjame sufrir en paz.
Vane se negó a dejarlo. —Esto no es una ilusión, Zac. Quiero que nos vayamos a casa. Juntos.

Sorry por tenerlas abandonadas :( no tenia computadora en todo este tiempo..
Hasta aqui el capii,Avisoo,la novela esta llegando a su fin,tan pronto la termine,continuare con la otra :) Cuidense
Comentesn please :)