martes, 9 de agosto de 2011

15



Él quitó la ropa de ambos tan rápido que ella apenas pudo seguir sus movimientos. La apoyó, levantándola de espaldas, contra el brazo de sofá y se introdujo profundamente en ella.
Ambos gimieron al unísono.

Ella deseaba poder mantenerlo dentro de sí para siempre. No quería pasar nunca más otro día sin él.
Zac le hizo el amor febrilmente, saboreando cada profunda estocada. Acarició sus pechos mientras la besaba, sintiéndola desde la cima de su cabeza hasta los dedos del pie.
Su cuerpo caliente lo rodeaba, aceptándolo a la perfección. Y la sensación de sus manos sobre su espalda…
Esto era la dicha. Dicha pura. Él cerró sus ojos y se deleitó sintiendo sus senos sobre su pecho, su lengua en su garganta. Oh, sí, él deseaba quedarse aquí con ella.
Para siempre.
Vanessa pasó su mano por su largo pelo, sus dedos se apretaron mientras el placer la recorría, cada empuje más profundo y más duro que el último. Ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, levantando sus caderas para salir a su encuentro. Hundiéndolo en su cuerpo aún más profundo. Se adhirió a él mientras se corría, gritando su nombre.
Él besó sus labios y aceleró sus embestidas hasta vaciarse dentro de ella.
Ness se quedó inmóvil, sintiendo su esencia llenándola. Ella no quería moverse, no quería sentirlo abandonarla.
—Te amo, Zac —dijo ella antes de poder contenerse.
Zac se congeló al oír las palabras. Retirándose, la miró fijamente con incredulidad. —¿Qué?
Sus mejillas se sonrojaron mientras su mirada marrón dejaba en jirones su corazón. —Te amo.
—Tú no puedes. No es posible.
—Posible o no, lo hago.
Zac la tomó en sus brazos y la abrazó con desesperación. Él tembló por la fuerza de que sentía por ella. Tan poderoso, tan aplastante.
Saciado con una intensidad que nunca había conocido antes, la puso sobre él y la escuchó respirar mientras el sueño la tomaba.
Él quería despertarla, pero lo pensó mejor. A diferencia de él, ella tenía que tener su sueño.
—Ness —susurró suavemente mientras le acariciaba el cabello. —Te lo prometo, siempre seré lo que piensas que soy.
Resignado a lo inevitable, él cerró sus ojos y esperó que M'Ordant y Ana vinieran por ellos. 
Zac se despertó con un agudo chillido que sintió como si le rompiera los tímpanos.
Gimió ante el terrible sonido mientras Nessa se movía encima de él.
—¿Qué es eso? —preguntó.
—Mi despertador —dijo ella, levantándose de él para precipitarse a su dormitorio.
No fue hasta su vuelta que ambos comprendieron qué había pasado.
Nada.
—¿Tuviste algún sueño? —preguntó él.
Ella sacudió su cabeza. —¿Tu?
—No —dijo él, sonriendo.
—Tú crees…
Su sonrisa se apagó. —No. Ellos pueden encontrarnos. Tarde o temprano, lo harán.
Vane cerró sus ojos y maldijo al pensar en eso. —Tal vez ellos no se tomarán la molestia —. Ella vio la duda en los ojos de Zac.
Queriendo animar su hosco humor, ella tiró de sus brazos para que se levantara. —Vamos. Tomemos una ducha y luego llamaré para avisar que estoy enferma para ir a trabajar.
—No puedes. ¿Y si te despiden?
Ella se encogió de hombros. —Encontraré otro trabajo.
Él sacudió su cabeza. —Eres asombrosa.
Ella le sonrió.
Vanessa llamó al trabajo sólo para que le recordaran que el informe de comercialización había estado previsto para el viernes, y que ella se había olvidado al quedarse dormida.
—La reunión es al mediodía —le dijo Lucas.
—Bien, estoy yendo para allá con él.
—¿Algo está mal? —preguntó Zac cuando colgó el teléfono.
Ella sacudió su cabeza. —Tengo que llevar algo a la oficina. ¿Quieres venir conmigo?
—Seguro.
Ellos no hablaron mucho mientras ella conducía a través de la ciudad. Zac sostuvo su mano todo el tiempo y Vane tuvo que admitir que le gustó la fuerza de su mano enlazada a la suya. 
Una vez que ellos llegaron al edificio, Vane condujo a Zac por el laberinto donde estaba su cubículo. Él observó el ajetreo y alboroto de una corporación con una mirada  desapasionada.
Nessa fue a la oficina de Lucas, sólo para encontrarla vacía.
Con Zac directamente detrás de ella, dejó caer el informe en la bandeja de entrada de Lucas, luego giró para marcharse.
Ashley estaba en la entrada con Rick Sword detrás de ella. Los dos dieron un paso entrando en la oficina y cerraron la puerta.
Vanessa oyó la maldición de Zac.
¿Qué demonios estaba pasando?
—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó Zac, su voz llena de cólera.
—Esperando por ti —. Ashley dio un paso, rodeándolos y cerró las persianas. — ¿Tu no nos desafiarás a luchar en su lugar de trabajo, verdad, Zac? Todo lo que tenemos que hacer es hacernos invisibles a la gente y ellos no verán u oirán nada de esto excepto a ella. Y ella será encerrada en un asilo en cuanto nos hayamos ido.
Vanessa todavía no entendía que estaba pasando. Pero tenía el mal presentimiento de que había sido engañada desde el principio de todo esto.
Si Zac podía ser real, entonces ellos también podían serlo.
—¿Qué es esto? —exigió Vanessa.
Los ojos de Ashley se volvieron amarillos y fue entonces cuando Ness supo la verdad.
Ashley era la mujer-serpiente de sus pesadillas.
—No te metas en esto, humana —dijo Rick. —Trataremos contigo después de que terminemos con él.
Zac empujó a Vanessa detrás de él.
—Que dulce —. El tono de Ashley fue de burla. —Uno pensaría que eres un Oneroi por el modo en que la mimas.
—Él es Oneroi —disparó Vanessa en respuesta, su cuerpo entero temblando de pánico. ¿Cómo podrían ella y Zac luchar aquí? ¿Así?
Rick se rió de sus palabras. —¿Esa es la mentira que le has dicho?
Zac contuvo el aliento. Él no quería que ella averiguara eso. —Ness, yo… —. Sus palabras vacilaron cuando él se dio vuelta para ver la confusión pintada en su cara.
Él no quiso decirle la verdad. No quería ser lo que era nunca más. Ella le había mostrado algo mejor y él no quería volver a ser lo que había sido.
—¿Qué quiso decir? —preguntó Nessa.
—Él es tu dragón —dijo Ana despiadadamente. —Con el que luché la primera noche que nosotros nos encontramos en tus sueños.
—No —. Nessa sacudió su cabeza. —Es una mentira. Zac, dime que es una mentira.
Él quería, pero no pudo. Había mentido tantas veces que no debería haberle importado. Pero le importaba.
—Soy un Skotos, Ness.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.

jueves, 4 de agosto de 2011

Kapiii 14



Un ratito más tarde, Zac oyó entrar a Vane en el departamento. Sus zapatos hicieron el más ligero de los ruidos sobre la alfombra; aún así, él conocía su paso distintivo. Conocía su olor, su sonido. Sabía cosas sobre ella que nunca había sabido sobre nadie más.
Se dio vuelta sobre la cama cuando ella entró en el cuarto con un bolso en sus manos. 
—No quise despertarte —dijo ella.
—No estaba durmiendo.
Ella avanzó y puso el bolso al pie de la cama, luego fue a descansar al lado de él. Ella colocó su mano contra su frente, luego frunció el ceño.
—¿Cómo te sientes? —preguntó suavemente.
—Como si hubiera sido golpeado.
Ella puso sus ojos en blanco ante su tonoblasé. —Tienes bastante fiebre. Tal vez debería...
—No puedes llamar a un doctor, Nessa. Sólo porque aparezco humano, no me hace uno de ustedes.
—Lo sé —. Ella se sentó a su lado y apartó su pelo de su frente húmeda. —¿Entonces, qué vamos a hacer?
Él tomó su mano y arrastró sus nudillos a lo largo de su mandíbula, que ya había comenzado a curarse. Su toque era sublime. Él no había sabido nunca que tal cosa existía. —No sé.
—Estuve pensando mientras estaba afuera de aquí, tal vez nosotros podríamos hallar una ceremonia o algo para hacerte humano. Algún tipo de ritual.
Él sonrió de la idea. —Es una buena idea, amor, pero no hay semejante cosa.
Zac la miró entonces, y tenía en la punta de su lengua la explicación de qué era él exactamente. Pero no podía obligarse a hacerlo. No después de que ellos habían pasado por tanto.
Todo lo que deseaba era disfrutar el poco tiempo que ellos tenían, y con ese pensamiento, él se obligó a levantarse.
Vanessa protestó mientras él se vestía. —Todavía estás herido.
—Estaré bien —dijo él con desdén. —Mi especie se cura rápido.
Vane gruñó bajo en su garganta mientras lo miraba vestirse. El hombre no escucharía.
Insufriblemente machista, rechazó relajarse durante el resto del día. Ni siquiera se quedó y descansó mientras ella fue al supermercado.
Pero ella tuvo que admitir realmente que le gustó tenerlo con ella. Había vivido sola tanto tiempo que no había comprendido lo divertido que podía ser ir con alguien al supermercado.
—Entonces —dijo Zac mientras ella sacudía un melón, —¿qué estás escuchando?
Ella lo sostuvo junto a su oído y lo sacudió. —Éste está demasiado maduro —. Después sostuvo otro y le dejó oír la diferencia. —Éste no lo está.
Ella puso el melón bueno en el carro, luego se dio vuelta y lo vio sacudiendo unos plátanos. Ness rápidamente se los sacó. —Estos no los golpeamos.
—¿Por qué?
—Por que los arruinaríamos.
—Oh —. Él miró alrededor, luego hicieron una pausa. —¿Y esos?
Ella giró para ver las uvas. —Sólo las golpeas si quieres convertirlas en vino.
Él la atrajo a sus brazos. —¿Qué pasa si te sacudo?
Ella sonrió. —Yo probablemente haría toda clase de ruidos interesantes si lo hicieras.
Él sonrió abiertamente y le dio un rápido, abrasador beso que envió calor por todas partes de su cuerpo.
Mientras ellos caminaban por la tienda, Vane no pudo menos que notar las miradas que Zac recibía. Ella fue nuevamente consciente de qué diferentes eran los dos. Él era alto, atractivo, y magnífico y ella era sencilla y simple.
Ella sólo había tenidos unos pocos novios y la mayor parte de ellos habían sido tan sencillos y simples como ella. Pero Zac…
Él merecía una mujer hermosa.
—¿Hey? —preguntó él mientras ellos llegaban a la sección de lácteos. —¿Estás bien?
—Estoy bien.
—Pareces triste.
—Sólo cansada.
Ella vio la preocupación en sus celestiales ojos. —¿Cómo cansada?
Fue entonces cuando ella se dio cuenta lo que quería decir. —¿Ellos estarán tras nosotros otra vez cuando durmamos, verdad?
Él miró a lo lejos y ella tuvo su respuesta.
—Si ellos no lo matan, yo lo haré — las palabras de M'Ordant se repitieron en su cabeza.
—No les dejaré tenerte —dijo ella, tomando el brazo de Zac. —Tiene que haber algún modo en que podamos vencerlos.
Él pasó su brazo sobre sus hombros y la acercó. —¿Tu lucharías por mí?
—Sí.
—Entonces soy el ser más afortunado en el universo.
Zac le dio un fuerte apretón mientras inhalaba el olor de su pelo. Y se preguntó morbosamente si ella se sentiría así si ella conociera la verdad de su pasado.
Si ella alguna vez supiera la verdad de él…
Él quería decirle. Pero no se atrevía.
Zac apretó sus dientes. Ella nunca sabría nada más, de lo que la lastimaría por culpa de él. Él lucharía esta batalla, está bien. Lucharía hasta que él ganara o ellos lo mataran. Pero él lo haría del modo en que había vivido desde el alba del tiempo.
Solo.
Él y Vanessa terminaron de hacer las compras y estaban guardando sus cosas en el coche cuando Zac oyó a una mujer chillando en el oscuro aparcamiento.
Él vio a un hombre escaparse.
—Oh, no —dijo Ness. —Él robó su bolso.
Sin pensarlo, Zac salió detrás del hombre. Lo agarró en el callejón al lado del supermercado.
El hombre se volvió hacia él con un arma y lo apuntó directamente a su corazón. —No juegues conmigo, hombre. Soy tu jodida peor pesadilla.
Zac no pudo menos que reírse de sus palabras. —Tú no tienes ni idea.
El hombre disparó el arma. Zac no hizo caso de la bala que entró en su pecho sin dolor o sangre. Tomó el bolso del hombre, luego agarró al ladrón de la garganta y lo empujó contra la pared.
Fue entonces cuando Zac se sintió deslizarse. Sintió su forma verdadera aparecer. Su mano se convirtió de humana a...
—¿Zac?
La voz de Vane lo trajo de vuelta. Él se recuperó y miró fijamente al ladrón, quien era ahora un pálido fantasma por haber sido testigo de los cambios en la cara de Zac.
—La próxima vez que quieras robar a alguien, piensa en mí esperándote siempre que cierres tus ojos.
El ladrón silenciosamente se orinó.
Ness corrió hacia él con un oficial de seguridad a la rastra. Zac dejó al ladrón en la custodia del oficial, luego le tendió el bolso de la mujer.
—¿Estás bien? —preguntó Ness sus ojos cayendo sobre el agujero en la camisa de Zac donde la bala había entrado en su carne. Armas mortales no podían dañar a un ser inmortal.
Zac asintió. Sus poderes estaban volviendo.
—Llévame a casa, Ness —dijo él, su corazón tirando ante la palabra. Él nunca había tenido una casa antes. Nunca había entendido realmente el significado de la palabra y lo que implicaba.
Hasta ahora.
Él la siguió a su coche y ellos se condujeron hasta su apartamento en silencio.
De hecho, ellos hablaron muy poco mientras Vanessa hacía la cena y la comieron.
Después, él la ayudó a limpiar y la miró atentamente. ¿Cómo sería quedarse aquí, así? ¿Tener a esta mujer a su lado cada noche? Si él la tuviera, nunca la haría sufrir. Nunca dejaría de desearla. Usaría todo su poder para mantenerla y consolarla.
Pero todo el deseo del mundo no podía hacerlo verdadero.
Esto era sólo un sueño…
Una vez que ellos terminaron de limpiar, yacieron entrelazados sobre el sofá mientras ella miraba la televisión.
Zac la miraba a ella. La sostuvo acunada en su pecho, sintiendo su aliento sobre su piel.
Ámame, Nessa.
Las palabras pesaban en su corazón, no dichas, mientras le pasaba su mano por el cabello. Él no tenía ningún derecho de pedirle su amor. No tenía ningún derecho de pedirle nada.
—Eres un azote, muchacho. Despreciable. Feo y frío. Nadie nunca le dará la bienvenida a algo como tu. Es por eso por lo que tienes que arrastrarte en sus sueños. Ese es el único modo en que alguien alguna vez tendrá algo que ver contigo.
Él conocía demasiado bien la verdad de las palabras de Hypnos.
A lo largo de los siglos, había endurecido su corazón al mundo. A todo. Él se había aislado completamente, hasta la noche en cuando un par de ojos marrones, llenos de miedo, lo habían mirado con bondad y esperanza.
Ahora, sólo deseaba un modo de vivir su vida mirando esos ojos. Sintiendo sus diminutas manos sobre su piel.
Nessa escuchó el corazón de Zac golpeando bajo su mejilla. Él olía a sándalo y especias. Ella pasó su mano en donde el ladrón le había pegado un tiro, todavía la asombraba que no quedara ninguna cicatriz o herida. Esto era un terrible recordatorio del hecho que su día con Zac había sido una ilusión.
Él no era de su mundo. Y sin duda esta noche ellos serían separados por la eternidad.
El pensamiento rompió su corazón. Ella no podía soportar pensar en no verlo otra vez.
Si esta era su última noche con él, entonces ella quería que durara.
Arrastrándose lentamente por su cuerpo, ella encontró su mirada y vio el hambre en sus cristalinos ojos plateados. Ahuecó su mejilla en su mano y lo besó.
Zac gruñó ante el gusto de ella mientras su cuerpo rugía a la vida. Él rasgó la camisa de ella mientras rodaba para presionarla contra el sofá.
Ness oyó rasgarse la tela de algodón, pero no se preocupó. Ella lo deseaba con la misma desesperación. Tiró de su camisa pasándola sobre su cabeza y se regaló la vista con su pecho desnudo. Sólo cicatrices quedaban de las heridas que había sufrido, y él le había dicho que, por la mañana, si sobrevivía esta noche, se habrían ido.
Él quitó la ropa de ambos tan rápido que ella apenas pudo seguir sus movimientos. La apoyó, levantándola de espaldas, contra el brazo de sofá y se introdujo profundamente en ella.
Ambos gimieron al unísono.

martes, 2 de agosto de 2011

kapiii 13





Antes de comprender lo que estaba haciendo, él capturó sus labios, luego se estremeció cuando el dolor recorrió su hinchada mandíbula.
—Ow —dijo él otra vez, apartándose.
Nessa deslizó sus manos sobre su pecho mientras inspeccionaba sus heridas. En los sueños, su toque había sido intangible; ahora poseía un tierno calor inimaginable. Lo dejaba sin aliento en carne viva.
Zac extendido la mano y sostuvo su rostro para poder estudiar sus hermosos rasgos. —¿Por qué me ayudas?
—Por que lo necesitas.
Él no podía comprender una razón tan desinteresada. Tales cosas no existían en su reino.
—Necesitas descansar.
—Necesito ropa —dijo él.
—Tendré que comprarte algo.
—¿Comprar?
—Adquirir. No se va hasta una tienda y los haces darte lo que necesitas.
Zac escuchaba la paciencia de su voz. Paciencia a la que él no estaba acostumbrado. Él conocía tan poco sobre su mundo humano. Él había sido relegado a la visión distorsionada de sueños y pesadillas.
El dolor dentro de él, le era conocido. Esta era la única emoción dejada a su clase. Era por lo que ellos invadían el sueño humano. Allí podían sentir otras cosas. Las emociones, incluso apagadas, eran mejores que ninguna en absoluto.
—¿Podrías… por favor —él se forzó a decir la extraña palabra, —conseguirme algo de ropa?
—Sí.
Increíble. Ella estaba tan dispuesta a ayudarlo. Estaba confundido por eso. Despacio, con cuidado, abandonó la cama y anduvo alrededor de su cuarto.
El cuerpo entero de Ness se sacudió mientras lo dejaba para traer una cinta métrica. ¿Podía ser real?
¿Estaba todavía soñando? Había algo surrealista en esto que lo hacía parecer a la fantasía, y aún…
Ella maldijo cuando se golpeó el dedo del pie contra la planta que estaba en su sala de estar.
No, este dolor era verdadero.
Esto no era un sueño. Zac estaba realmente en su mundo, y si ella lo había traído aquí, tal vez, sólo tal vez, ella podría mantenerlo aquí.
¡Ness! ¿En qué estás pensando? Un hombre como Zac no pertenece aquí. Él ni siquiera es humano.
Y sin embargo él era más humano, más hombre, que cualquiera que ella hubiera conocido.
Ella no quería que él se marchara. Y ese pensamiento la asustó más que nada.
Zac levantó la mirada mientras Vane volvía unos minutos más tarde con un extraño rollo de tela. — ¿Qué es eso? —preguntó él mientras ella se acercaba a él desenrollándolo.
—Es una cinta métrica. Necesito saber tu tamaño para comprar tus pantalones.
Ella envolvió una parte de la cinta alrededor de su cintura, sus manos enviando escalofríos por su cuerpo, su toque levantando otra parte de él también.
—Ochenta y tres de cintura —dijo ella, su aliento cayendo sobre su pecho.
Ella cayó sobre sus rodillas ante él.
Zac tembló al ver su pelo castaño entre sus rodillas mientras ella se inclinaba para colocar un borde de la cinta en el suelo, a sus pies. Ella la arrastró por sobre el interior de su pierna.
Vanessa tragó ante la fuerza de su cuerpo. Y cuando ella alcanzó su ingle, su corazón aporreaba. Él estaba rígido y firme, y cuando su mano acarició ligeramente su sexo, él siseó bruscamente.
—Noventa y dos —dijo ella distraídamente, su mirada fija en él.
El calor allí era intenso, y por primera vez, ella tuvo en realidad miedo de él. Él era un hombre vivo ahora, uno que podía poseer, vaya una a saber, qué fuerza y poderes en este mundo.
Y ellos estaban solos en su casa.
Zac tomó su mano en la suya y la llevó a su erección. —Necesito que me toques, Ness —susurró él, arrastrando su mano por toda la longitud de su miembro. Él tembló por su suavidad. —Necesito saber que esto es verdadero y no… no un sueño.
Porque profundamente en su corazón él tenía miedo que esto no fuera nada más que Hades que ya lo atormentaba. Quizás él estaba muerto y este era el modo en que ellos tenían la intención de torturarlo.
Ness tembló al sentir su firme, caliente virilidad en su palma, y su fuerte, ahusada mano conduciendo sus caricias. En sus sueños, ella siempre había sido desinhibida con él. Su amante fantasma nunca había sido verdadero, sólo un invento de su imaginación.
Pero era un vivo, cálido cuerpo el que ella tocaba ahora. Uno de carne y hueso. Un cuerpo hermoso, masculino que la hacía temblar y arder con algo más que lujuria.
La mirada en sus ojos la quemaba. Y ella sabía lo que él deseaba. Él deseaba consuelo. Necesitaba saber que ella todavía se preocupaba por él. Incluso en este mundo que era ajeno a él.
¿Estaba tan asustado de todo esto como lo estaba ella?
¿Cuánto tiempo podrían ellos estar juntos antes de que sus respectivos mundos los separaran?
Zac sabía que debería liberarla, y aún así, no podía obligarse a hacerlo. La necesitaba. Necesitaba su toque de una forma que desafiaba la explicación.
Ella se levantó sobre sus rodillas y, para su completo asombro, colocó su boca sobre él. Él gimió al sentir sus labios contra la punta de su miembro, su lengua caliente acariciándolo. Ella lo tomó con cuidado con una mano, acariciando sus testículos al mismo tiempo que pasaba rápidamente su lengua contra él.
Nunca nadie lo había tocado así. Se sintió débil ante ella. Impotente contra ella.
Y en ese momento, supo que nunca sería capaz de dejarla ir otra vez.
¿Querido Zeus, qué debía hacer?
Ella era mortal y él…
Él estaba maldito.
Nessa lo acarició y lo calmó, y cuando se corrió, ella no se alejó.
Sólo cuando él estuvo agotado y débil ella se retiró y alzó la vista hacia él. Entonces lentamente, meticulosamente, lo besó subiendo por su cuerpo hasta que estuvo de pie ante él.
—Todo estará bien Zac —susurró ella. —Lo juro.
No, no lo estaría. Él lo sabía mejor. No había ningún modo de ocultarse de los otros. Tarde o temprano, ellos vendrían.
Pero él no quiso asustarla. De alguna forma, la protegería. Sin importar lo que le costara.
La tomó en sus brazos y la sostuvo cerca. Si él pudiera, la llevaría lejos de aquí. La llevaría de vuelta a la Isla Desaparecida y la protegería por siempre.
Y luego lo sintió. Sintió la maligna presencia de su hermana. El cabello al dorso de su cuello se elevó. En estas condiciones él nunca sería capaz de parar a Ana.
El teléfono sonó.
—Vuelvo enseguida.
Él la liberó; todo el tiempo mirando alrededor intentando encontrar a Ana. Su malevolencia cayendo sobre él. De algún modo ella sabía que él estaba aquí.
Él extendió la mano con sus pensamientos, pero debilitado, herido él no podía ponerse en contacto con ella.
Eso no importaba.
Conocía la tácita promesa de su hermana. Ella vendría pronto y él tendría que encontrar algún modo de proteger a Nessa de sus garras.
Ness volvió. —Lo lamento. Era un amigo del trabajo —. Ella se dirigió hacia su cuarto de baño. —¿Voy a tomar una ducha rápida, y luego a comprar tu ropa, sí?
Él asintió, pero no habló. No podía. No cuando los pensamientos de sus hermanos ocupaban su mente.
Caminó alrededor del pequeño departamento de Ness, intentando encontrar donde podría estar ocultándose su hermana. No encontró nada, y como los minutos fueron pasando, su sensación de ella se hizo más débil, aunque si fue por su partida o por sus propios poderes disminuidos, él no estuvo seguro.
Vane dejó el cuarto de baño, su cara brillante y sonrosada. —No puedo creer que yo te tenga aquí —. Ella se lanzó en sus brazos y lo sostuvo apretado. —Oh, Zac, dime que ellos no pueden seguirte aquí.
Él abrió su boca para contestarle francamente, luego se detuvo. No quería robar la felicidad de sus brillantes ojos marrones.
—Estamos seguros —dijo él, la palabra atravesada en su garganta.
Ella lo besó entonces, caliente y apasionadamente, luego lo dejó solo mientras iba por su ropa.
Zac volvió a acostarse sobre la cama y se tranquilizó. Si pudiera dormir, él podría recuperar su fuerza mucho más rápido, pero no se permitió cerrar los ojos. No se permitió dormir en el lugar donde podía entrar de nuevo en su mundo.
Ellos estarían esperándolo. Con la ayuda de Vanessa él los había evitado antes. Pero estaba seguro que no habría una segunda fuga.
Tarde o temprano, ellos lo tomarían; entonces Ness estaría sola.
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Chikas Hay una nueva Nove!! :) se llama Placer Y Venganza esta en mi otro blog pero se los dare de todas formas ;) http://novelas-adaptadas-zacynesa.blogspot.com/ espero que les guste!!