miércoles, 23 de noviembre de 2011

FINAL

Una ardiente sensación comenzó en el cuerpo de Zac, y con cada latido del corazón que pasaba, él se sintió fortalecerse.
—Me parece, muchacho, que tienes una decisión que tomar.
Nessa abrió la puerta de su departamento. El familiar agujero en su corazón ardía mientras ella se imaginaba cómo sería venir a casa, sólo una vez, y tener a Zac aquí.
Ella había estado haciendo mucho esto últimamente. Soñar despierta. Ella nunca había soñado despierta antes. Y había estado escribiendo. Pero no había nadie con quien compartirlo.
Eso lastimaba más que todo.
Sacándose los zapatos, dejó las llaves sobre la chimenea y vio un pétalo de rosa blanco sobre la alfombra. Ella frunció el ceño mientras notaba varios más.
Parecían formar un camino que conducía a su dormitorio. Ella lo siguió.
Cuando llegó a la entrada, su corazón se detuvo.
Zac estaba dormido en su cama. Con la ropa de cama enredada en sus largos, oscuros miembros.
Él era la cosa más magnífica que ella hubiera visto en su vida.
Nessa se rió mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos. ¿Cómo? ¿Cómo podía él estar aquí?
Precipitándose a su cama, cayó sobre sus rodillas e intentó despertarlo.
Él no se movió.
Sin importar cuanto lo intentó, él no despertaba.
—¿Zac? —dijo ella, tragando con miedo. —Por favor, mírame.
Nada.
Aterrorizada, ella vio una pequeña nota sobre la mesa de noche.
Levantándola, leyó:
Es por el amor verdadero que todos los milagros son realizados. Si tú realmente me amas, Ness, besa mis labios y habré nacido en tu mundo como un hombre mortal. Si no, te esperaré sólo en tus sueños.
Tienes hasta la medianoche para decidir.
Z
Ella no necesitó hasta la medianoche para decidirse. Tomando su cara en sus manos, ella lo besó con todo el amor en su corazón.
Su pecho se elevó bruscamente mientras sus brazos se envolvían alrededor de ella y la mantenían apretada.
Ness se rió feliz mientras Zac profundizaba su beso. Su cabeza flotando por su calor, su pasión, ella nunca quería dejarlo ir.
Mordiendo sus labios, él se apartó para sonreírle. El amor en sus ojos azul plateados azules la chamuscó. —¿Lo tomo como que quieres quedarte conmigo?
—Amigo, tú inténtalo y déjame y te seguiré al final de la tierra y más allá para encontrarte y traerte a casa.
Zac se rió. Ella ya se lo había probado.
Ness tembló mientras él desabotonaba su camisa. —Creo que sé lo primero que quieres hacer como un hombre mortal.
Él corrió su lengua sobre su garganta, subiendo hasta su oído, donde su aliento la hizo estremecer. —Créeme, amor, tu no dormirás esta noche.

Dos años más tarde...

Zac estaba acostado sobre el sofá con su pequeña hija dormida sobre su pecho. Miraba fijamente la maraña de rizos castaños, curioso sobre lo que ella estaría soñando.
Él sintió que su esposa estaba de pie sobre ellos.
Levantando la mirada, vio la magnífica sonrisa de Ness. —Hola —dijo él,  preguntándose que se traía entre manos. Había un destello en sus ojos muy parecido al que había tenido el día que le había dicho que estaba embarazada.
—¿Adivina qué? —le fijo, su voz llena de entusiasmo.
—¿Estás embarazada otra vez?
Ella puso sus ojos en blanco. —Sólo han pasado tres meses desde que tuvimos a Emma.
—Suele pasar.
Ella le hizo un sonido ordinario, luego sacó su brazo de su espalda y puso un libro en sus manos.
Zac lo miró inexpresivamente hasta que vio el nombre que estaba en la portada. —Oh mi Dios —susurró, —es tu novela.
-Lo sé —dijo ella, dando brincos. —¡Mi editor me envió la primera copia! Será enviado a las tiendas la semana que viene.
Cuidando no despertar al bebé, Zac la dejó sobre el sofá para tomar a Ness en sus brazos.
Vanessa suspiró al sentir sus labios sobre los suyos. Incluso ahora, esos labios podían incinerarla. Y su olor… Dios mío, cómo le gustaba el olor de su piel.
—Gracias, Zac —dijo ella, separándose para mirar fijamente aquellos hechiceros ojos de plata. —Yo nunca lo hubiera escrito sin ti.
—Y yo nunca hubiera vivido sin ti.
Nessa lo sostuvo cerca, encantada con lo que sentía por él y su hija. Los dos fueron el mejor regalo que Vane jamás hubiera esperado.
Y fue entonces cuando ella comprendió que hasta de la pesadilla más oscura, podía venir algo bueno. Le había costado fuerza y coraje, pero al final, había merecido la pena la batalla.
—Te amo, Mi Ness —susurró él contra su pelo.
—Te amo, Zac, y siempre lo haré.
                                        FIN
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  Chicas  como se han dado cuenta este es el ultimo capitulo ;( 
  Talvez este fin de semana ponga el nuevo epilogo de una nueva novela. Gracias chicas por leer esta novela , estoy pensando cancelar la novela  Placer y Venganza por que pienso no estan interesante pero digame si la cancelo o no quiero sus opiniones por favor y comenten . BYE
                              ღ˚ •。* ♥♥ ˚ ˚✰˚ ˛★* 。 ღ˛° 。* °♥ ˚ • ★ *˚ .ღ 。ღ˚ •。* ♥♥ ˚ ˚✰˚ ˛★

jueves, 17 de noviembre de 2011

Capitulo 18

— Quiero que nos vayamos a casa. Juntos.
Las lágrimas se derramaron de sus ojos hinchados, ardiendo despiadadamente. Era una mentira cruel. Él nunca había tenido una casa. Nunca tuvo amor.
Él tiró contra la cadena que lo ahogaba,  deseando durante un momento poder estar con Vanessa otra vez en sus sueños. Ese había sido el único tiempo en la eternidad que había conocido la felicidad. —Estoy condenado aquí, Ness. No tengo ningún poder. Nada para ofrecerte en absoluto. Debes irte. Si te quedas aquí demasiado tiempo, ellos no te dejarán marchar.
Nessa miró alrededor su fría, oscura prisión que apestaba y se deslizaba. Ella nunca había visto un lugar más inhospitalario. Su peor miedo había sido estar atrapada en esta cueva con el dragón.
Pero si era esto lo que costaba tener a Zac, entonces ella estaba dispuesta a hacerlo. —No voy a abandonarte otra vez.
Él levantó su cabeza y ella entendió que estaba intentando verla. —¿Qué dices?
—Estoy diciendo que si no puedes ir a casa conmigo, entonces me quedaré aquí contigo. Para siempre.
Zac quedó boquiabierto. —No sabes lo que estas haciendo —. La empujó con su garra. —¡Vete!
Ella no se movió. —No te abandonaré.
Él la tomó en sus brazos y sostuvo cerca. —Si realmente me amas, Nessa, no te quedarás. Yo nunca podría soportar saber que estas aquí por culpa mia. Por favor, mi amor, por favor vete y nunca mires atrás.
Nessa se sentó indecisa, sosteniendo su garra en su mano. ¿Cómo podía abandonarlo aquí, así, sabiendo que nadie más lo ayudaría, lo consolaría?
M'Ordant avanzó y la separó de Zac, luego la llevó a la entrada, donde él la hizo esperar.
Durante varios minutos, Zac no se movió en absoluto. Entonces él levantó su cabeza e intentó mirar alrededor.
—¿Ness? —preguntó tranquilamente. —¿Estás todavía aquí?
M'Ordant le hizo señas para que guardara silencio. —Ella se está yendo ahora.
Los labios de Zac temblaron por la tristeza. —¿La llevas a su casa?
—Sí.
—Gracias —. Él se tendió como si toda su fuerza lo hubiera abandonado.
—Dime —dijo M'Ordant. —¿Por qué no has querido que se quedara contigo?
—Tú no lo entenderías.
—¿Entender qué?
—Amor.
M'Ordant resopló. —¿Qué sabe un Skotos del amor?
—Absolutamente nada… —. Él suspiró. —Y todo. Yo no podía pedirle que se quedara aquí cuando sé cuanto la asusta este lugar.
—¿Pero tu querías que ella se quedara?
Zac cabeceó débilmente. —Más de lo que quiero mi libertad. Ahora, déjame, hermano.
Nessa limpió las lágrimas de su cara mientras miraba fijamente a M'Ordant. Ella le dirigió una mirada esperanzada.
—¿Puedo quedarme? —susurró para que Zac no la oyera.
Con cara impasible, M'Ordant sacudió su cabeza y la sacó del cuarto. —Eso no lo decido yo.
—¿Entonces quien?
Él se negó a contestar. —Tienes que marcharte.
—No lo abandonaré —dijo ella con voz firme. —Y nadie me hará hacerlo.
Ness averiguó que esas eran las famosas últimas palabras cuando se despertó otra vez en su oficina. Cuando se negocia con dioses griegos, la voluntad humana no valía mucho.
Lo peor de todo, era que no había absolutamente nada que ella pudiera hacer para ayudarlo. Nada.

—Zac.
Zac apretó sus dientes al oír la voz de Hypnos. Él metió la corona de Ness bajo una roca cercana para impedir que el dios la viera y se la quitara como había hecho con las fotos.
Esto era todo lo que Zac tenía de ella y él no podía soportar siquiera pensar en perderla.
Él se forzó a enderezarse y aclaró su garganta de la pena que lo ahogaba. —No me di cuenta que era tiempo para más castigo.
Hypnos resopló. —No puedo quebrarte, ¿verdad?
Él sintió al dios moviéndose a su alrededor.
—Tu sabes —dijo Hypnos con irritación, —que he intentado desde el alba de los tiempos hacer que me temieras. Y nunca lo has hecho. ¿Por qué es eso?
—No puedo sentir emociones, ¿recuerdas?
—No. Lo que eres, es irrespetuoso, irreverente, y sarcástico. Nunca has calzado con nosotros. Y lo que siempre me hacía ponerme más loco contigo era que tú nunca, siquiera lo has intentado.
Zac se rió débilmente. —Un Skotos malo hasta los huesos, imagínate eso.
—Bueno, ahí está tu problema. A diferencia de los demás, tú nunca lo fuiste. Yo nunca pude matar ese último diminuto trozo de bondad en ti. Ese último trozo que era capaz de honor. Capaz de sacrificio.
Zac frunció el ceño.
—M'Ordant me dijo que has hecho con Vanessa. Tanto en la Tierra como aquí. Por consiguiente, Hades me ha informado que él no puede mantenerte en Tartarus. Sólo las almas que son completamente incapaces de amar pueden quedarse aquí.
Una ardiente sensación comenzó en el cuerpo de Zac, y con cada latido del corazón que pasaba, él se sintió fortalecerse.
—Me parece, muchacho, que tienes una decisión que tomar.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Capitulo 17

—Zac —susurró. —¿Por qué no me hablas más?
—Vanessa —dijo Lucas desde la puerta. —A mi oficina. Ahora.
Por el tono de su voz calculó que estaba en un problema serio. Sin duda él iba a despedirla por faltar tanto al trabajo.
¿Qué le importaba, de todos modos? En este punto, sólo se dejaba llevar por la vida. Nada era importante para ella ahora. Había perdido la única cosa que le dio significado a su vida. Al único que había creído en ella.
Deprimida, se levantó y caminó la corta distancia a la oficina de Lucas.
—Cierra la puerta. Siéntate.
Ella hizo lo que él ordenó.
Él se sentó ahí, durante varios minutos, bebiendo a sorbos su café, leyendo su correo electrónico.
Ella se preguntó si él la habría olvidado. Entonces se dio vuelta, bajó sus anteojos por el puente de su nariz, y la miró fijamente. —¿Es horrible, verdad?
—¿Qué?
—Amar a un inmortal.
Nessa tuvo el impulso repentino de limpiarse a fondo sus oídos. —¿Perdón?
—Oh, vamos, no juegues a la inocente conmigo. ¿Por qué piensas que Ashley trabajaba aquí? —. Él señaló el tatuaje de un delfín sobre su antebrazo izquierdo. —Soy un oráculo para los dioses griegos. Que es por lo que estoy tan malditamente cansado e irritable todo el tiempo. Ellos tienen el hábito más molesto de interrumpir cuando uno menos lo espera —. Él suspiró con indignación. —Al menos ellos podrían hacer que me pagaran, pero oh no, fui lo suficientemente afortunado para haber nacido así. Y las ventajas… —él resopló. —No duermo, no cobro, ninguna paz. Tengo que amarlo.
Ella no hizo caso de su diatriba. —Entonces, ¿eres como el Oráculo de Delphos? Creía que eran todas mujeres.
—Esos oráculos particularmente lo son, pero no todos somos hembras. Obviamente. Somos simplemente canales humanos a varios dioses.
Totalmente confundida, ella lo miró fijamente, preguntándose si tal vez esto era un sueño también, o si el Gran Jefe se había vuelto, él, loco. Algo no estaba bien, por lo menos.
—Bien, entonces eres un oráculo. ¿Quieres decirme por qué empleaste a Ashley si sabías que ella era un monstruo chupa-sueños?
Él se encogió de hombros. —Ella es un dios y no tengo opción excepto servirla. Ella quería una posibilidad de alcanzar objetivos humanos. Simplemente le proporcioné una cubierta segura.
—¿Tu me vendiste?
—No —dijo él, su mirada severa volviéndose amable. —No se suponía que ellos te agotaran como lo hizo Zac. Confía en mí. Lo que él hizo estuvo mal. Y puedes  descansar segura de que él está siendo adecuadamente castigado por ello.
Su corazón se paró ante el amenazante tono de su voz. —¿Castigado cómo?
—¿De qué te preocupas? —preguntó él, volviendo a subir sus anteojos por su nariz. —Te has librado de él. ¿Correcto? No más Skoti en tus sueños. Tienes tu vida otra vez.
—Quiero saber —. No, ella tenía que saber qué le había pasado.
Lucas tomó un trago de café. —¿Por qué?, ellos lo enviaron a Tartarus, por supuesto.
Ness no entendió el término, y en ese momento deseó haber prestado más atención en la escuela. —¿Es eso como una cárcel?
—Oh, no, querida. Es el infierno. Ellos lo mataron al minuto que lo llevaron a su reino.
Nessa no podía respirar mientras las lágrimas llenaban sus ojos. El peso en su pecho era insoportable. Eso no era verdad. Eso no podía ser verdad. —¿Ellos lo mataron?
—¿No lo sabías? —preguntó él simplemente. —¿Él no te dijo lo que ellos iban a hacerle? Zac nunca fue de los que jugaban según las reglas. Ya le habían prohibido hace siglos que tomara forma humana y había sido desterrado de este reino.
—¿Por qué?
—Por que él fingía ser humano. Se supone que un Skoti no tiene ningún tipo de creatividad propia. No se supone que deseen el amor. No se supone que quieran algo más que una sola noche de paseo por los sueños, saltando de una persona a la siguiente. Él se había comportado durante siglos, hasta que te encontró. Incluso después de que ellos le quitaron toda la piel de su cuerpo inmortal, él no pudo estar lejos de ti.
Lucas suspiró. —Hypnos ya había prohibido sus poderes de transformación, entonces decidió que no había nada más que hacer con él. Y ya que Zac no lo obedecería, ellos le enviaron a Tartarus por toda la eternidad.
Y ya que Zac no lo obedecería, ellos le enviaron a Tartarus por toda la eternidad.
—Pero él no me hizo daño. No realmente.
—¿No lo hizo? Tú luces horrible desde aquí. Has estado llorando por meses. Y juro que has perdido al menos cinco kilos desde que todo esto comenzó.
—Eso no es su culpa.
—¿No?
—No. No quiero que él sufra debido a mí.
Con su mirada buscando la suya, Lucas sacó un sobre de su cajón del escritorio y se lo dio.
—¿Qué es esto?
—Ábrelo.
Frunciendo el ceño, Vane hizo lo que dijo y vio las tres fotos de ella y Zac en la feria. Su mano tembló mientras la pena y la agonía se arremolinaban en su corazón. —¿Dónde conseguiste esto?
—M'Ordant te los envía. Él pensó que podría gustarte tenerlas como recuerdo.
Ella miró fijamente la hermosa cara de Zac. El amor en sus ojos.
—Tengo que verlo —insistió ella.
Lucas sacudió su cabeza y suspiró otra vez. —Bien, me temo que es demasiado tarde ahora.
—No puede ser. Por favor. Tengo que verlo otra vez. Por favor, dime que hay algún modo en que puedo alcanzarlo.
Lucas estrechó los ojos y le lanzó una intensa mirada. —Eso depende de si tú realmente lo amas o no.

Vanessa todavía no podía creer lo que ella estaba haciendo. Había permitido a Lucas a tele-transportarla al Inframundo, donde le había dicho que M'Ordant estaría esperando para guiarla a Zac.
No es que ella realmente creyera en el Inframundo, pero en este punto…
M'Ordant se materializó delante de ella. —¿Estás segura sobre esto?
—Sí.
Asintiendo, la condujo por una profunda y oscura caverna, que le recordó mucho a la que Zac había usado para atormentarla. Ellos anduvieron por lo que parecieron millas antes de llegar a una pequeña cueva.
Una luz estaba brillando dentro y ella podía oír la voz de un hombre hablando. —¿Estás pensando en ella otra vez, verdad?
Ella miró dentro y vio al una vez orgulloso dragón yaciendo débilmente sobre el suelo con su espalda hacia ella. Alguien había encadenado su cuello a una gran roca. Sus hombros estaban caídos, sus alas yacía rotas e inútiles sobre el piso de tierra. Su piel rojiza tenía un aspecto ceniciento, deshidratado y cada centímetro de su cuerpo estaba cubierto de cardenales sangrantes.
Vanessa tragó ante la vista. ¿Podía ser realmente ese monstruo el hombre que ella amaba?
—¿Cuál es su nombre? —preguntó el hombre. —¿Valeria?
—Vanessa —chirrió el dragón, su voz a la vez familiar y aún así, extraña. —Su nombre es Vanessa.
—Ah, sí, Vanessa —. El hombre sacudió su cabeza. —¿Dime qué clase de idiota sin valor deja la inmortalidad por una mujer? ¿Sobre todo por una mujer que lo lanzó tan rápidamente a su muerte?
—Ella valía la pena.
—¿Lo valía? M'Ordant me dijo que ella estaba soñando con un hombre anoche. Uno del tipo rubio-dorado. Imagínate que si ella sueña con alguien más tan pronto, probablemente ya lo ha elegido y está lista para dormir con él. Apuesto que ella le está dando alto y duro aún mientras estamos hablando.
El dragón soltó un grito angustiado que la desgarró.
El hombre no pareció preocuparse. Él vertió comida y agua en dos contenedores y los alejó del dragón. —Harías bien en apresurarte. No creo que puedas alimentarte antes que tu comida se haya evaporado —. Luego, se desvaneció.
Nessa miró como el dragón luchaba por alcanzar la comida y el agua. Sus heridas sangraron de nuevo mientras cojeaba, tirando contra la roca que sólo apenas se movería. Él sostenía algo sobre su corazón, y cuando ella vio qué agarraba, su propio corazón se partió por el dolor.
Era aquella estúpida corona de flores salvajes que ella había hecho.
Zac se derrumbó justo adelante del agua, su garra extendida, desesperado por alcanzarla.
Con lágrimas corriendo por su cara, Ness corrió a donde él estaba. Ella agarró el agua, notando que la mitad ya se había perdido, y cuando tocó el contenedor, supo por qué. Estaba al rojo vivo. Le quemaba las manos, pero no le importó.
Zac necesitaba el agua.
Arrodillándose, ella lo ayudó a sentarse lo suficiente para que pudiera beber.
Zac jadeó al sentir que el líquido calmaba su garganta reseca. Sus ojos estaban tan hinchados por sus palizas que él no podía ver quien lo ayudaba. Todo lo que él sabía era que por fin tenía un momento de paz para su ardiente sed.
—Gracias —respiró, dejando caer su cabeza hacia atrás.
—De nada.
Él se congeló al oír la voz que se había quedado con él todas estas semanas. La voz que tanto lo calmaba como lo torturaba.
Entonces sintió su suave toque contra su carne escamosa.
Nessa se lamentó por lo que ellos le habían hecho. Ella pasó su mano a lo largo de su carne débil, incapaz de creer que lo hubieran reducido a semejante estado.
Él intentó apartarse de ella. —Vete. No quiero que me veas en esta forma espantosa.
Ness apoyó su mejilla contra la suya y lo acercó a ella. Ahora entendía lo que él había querido decir esa noche en la feria. —No me importa a que te pareces, Zac. Te amo como eres.
Esas palabras se derramaron sobre él. —Tu no eres real —dijo él, su voz regañándola. —Mi preciosa Ness no puede amar a un monstruo. Nadie puede. Ella es bondad y luz, y yo… yo soy nada.
Él alzó la vista y rugió al techo, —¡Maldito seas Hades! ¡Cómo te atreves a burlate así de mí, bastardo! ¿No es suficiente para ti que sufra cada minuto de cada hora por ella? Sólo déjame sufrir en paz.
Vane se negó a dejarlo. —Esto no es una ilusión, Zac. Quiero que nos vayamos a casa. Juntos.

Sorry por tenerlas abandonadas :( no tenia computadora en todo este tiempo..
Hasta aqui el capii,Avisoo,la novela esta llegando a su fin,tan pronto la termine,continuare con la otra :) Cuidense
Comentesn please :)

viernes, 2 de septiembre de 2011

capitulo 16


—¡Eras tu! ¿Tú, el que me aterrorizaba tanto que no podía dormir? Tú el que me perseguía y... y… —. Ella ni siquiera podía comenzar a recordar la tortura que él le había hecho vivir esas pocas primeras semanas. Ella había pensado que estaba enloqueciendo. —¿Por qué me hiciste pensar que eras un Oneroi? ¿Sólo para poder alimentarte de mí?

—Al principio, sólo deseaba alejarte Ana. Yo sabía que no irías con el dragón, entonces me presenté ante ti como un hombre. Y luego, más tarde… —. Su voz se desvaneció mientras sus ojos se apagaban.
—Me mentiste.
—Lo sé.
Ella se alejó de él. La agonía en sus ojos lo laceró.
 

Zac apretó sus dientes mientras la pena lo llenaba. —Te necesitaba, Ness. Y yo no sabía como más mantenerte conmigo —. Se estiró hacia ella.
Ella se encogió y el gesto lo atravesó. Ella no deseaba que la tocara.
Como todos los demás, ella, también, lo rechazaba.
El dolor de la traición sobre su rostro lo hizo sentir más bajo que cualquiera de los insultos que los demás alguna vez le hubieran dirigido.
—Yo debería haberlo sabido —susurró ella, —alguien como el que tu fingiste ser realmente nunca hubiera deseado a alguien como yo.
Zac se estremeció ante el dolor de su voz. —Ness, no digas eso. Eres la persona más maravillosa que alguna vez ha existido.
—¿Esta es otra de tus mentiras?
Zac cerró sus ojos. No había nada que él pudiera decir para arreglar esto. Él se había equivocado desde el principio.
Todo el que podía hacer ahora era asegurarse que ningún otro de su clase le hiciera daño.
—¡M'Ordant! —llamó, convocando a su hermano.
El Oneroi apareció entre Ana y Rick Sword.
Zac suspiró. —Iré con ellos tranquilamente si tú los mantienes alejados de ella.
—¿Es mi trabajo, no?
Zac cabeceó. Ese era el trabajo del Oneroi, ayudar. El trabajo del Skotos era usar y destruir.
Él se dio vuelta para mirar a Ness, pero ella se negó a encontrar su mirada. A juzgar por las lágrimas contra las que ella luchaba, se diría que había hecho su trabajo muy bien esta vez.
Su última visión de ella fue cuando M'Ordant pasó su brazo alrededor de ella del modo que él anhelaba.
Ana y Rick Sword lo agarraron para llevarlo a casa.
—Lo siento, Ness —susurró Zac mientras ellos destellaban del reino humano al suyo. —Lo siento mucho.
Vane no se movió. Sabía que Zac se había ido. Ella había oído la sinceridad en su disculpa cuando él desapareció. Pero por dentro ella estaba en carne viva. Cruda traición. Ella seguía viendo al horrible dragón. Sintiendo las garras escamosas sobre ella.
¿Cómo eso podía ser el mismo hombre que había hecho el amor con ella? ¿El mismo hombre que la había hecho amarlo?
La traición de eso laceró su corazón. ¿Por qué? ¿Por qué la había hecho creer en él?
—No entiendo nada de esto —dijo ella a M'Ordant.
—Shh —dijo él, apartando el pelo de su cara. —Ana y Rick Sword te querían para ellos, pero Zac te tuvo primero. Cuando ella averiguó que él te había sacado, estaba lívida.
—¿Pero cómo me encontró él?
—Algo en tu subconsciente llamaba por él. Se suponía que te daría una sola pesadilla y seguiría adelante, pero no lo hizo.
—¿Y Ashley?
—Cuando ella no pudo alejarte de él, llamó a su compañero, a Rick Sword. Fui alertado poco después para protegerte. Le dije a Zac que te dejara. Él se negó.
Su cabeza flotaba con la información de M'Ordant y por el miedo y dolor dentro de ella. —¿Por qué se negó a abandonarme?
—No lo sé. Supongo que por lo que él es. El Skoti absorbe las esperanzas y sueños de otros. Supongo que él quiso jugar al héroe contigo. Fortaleciéndote, él podía hacerte más daño.
Ness se sintió tan tonta. Tan traicionada. ¿Cómo podía haber estado tan ciega?
Los ojos, pensó con un sobresalto. Ella debería haber comprendido que los ojos eran del mismo color.

De pronto, se sintió enferma.
Afligida, se dirigió a casa, queriendo olvidar que alguna vez había oído de Zac.
 Vane se sentó sola el resto del día, pensando, recordando.Tu deberías ser escritora —. La voz amable de Zac se repetía en su cabeza.No era al demonio el que ella recordaba mientras se sentaba sobre su sofá, apretando una almohada por el medio; era al hombre. Y mientras se sentaba sola en su departamento, comprendió que nunca lo vería otra vez.
Nunca poder compartir su día o sus pensamientos.
Más que nada, ya no podría contarle sus sueños. Zac podría haber empezado para alimentarse de ella, pero en el final le había dado mucho más.
Había sido su amigo tanto como su amante.
La pérdida la atravesó.
¿Pero qué podía hacer? Él estaba de vuelta en su mundo y ella estaba en el suyo. Estaba terminado.
No había nada más.
Al final, el Skotos había ganado después de todo. Zac había agotado toda su felicidad, todas sus esperanzas, todos sus sueños. Lo que quedaba era una cáscara de dolor, vacía que no quería nada más de este mundo o el otro.
¿Estaba realmente tan desesperada por un héroe que aceptaría a un demonio disfrazado?
 
Cuando los días fueron pasando, el dolor de la traición comenzó a disminuir y Vanessa recordó más de sus sueños.
Cuanto más recordaba, más quería ver a Zac una última vez. ¿Ella podría haber sido tan estúpida de dejarlo a él hacer una completa tonta de ella?
Ella no lo creía.
Zac no era cruel. Había visto cosas en él que desafiaba lo que sabía que él era. Sus palabras volvieron a ella. Palabras de protección. Le había enseñado a liberar su creatividad para mantener lejos al Skoti.
Y ahí en el final…
—Iré con ellos tranquilamente si tú los mantienes lejos de ella.
No, esas no eran las palabras de un monstruo. Esas eran las palabras de un hombre que se preocupó más por su seguridad que por la propia. Ese hombre, a pesar de lo que M'Ordant le había dicho, no era completamente malvado.
Desesperada, Vane se fue a dormir, intentando encontrar a Zac otra vez. No funcionó.
Vane se despertó en medio de la noche, aterrorizada. ¿Dónde estaba Zac y por qué no venía a ella?
Por más de una semana intentó todo lo que podía pensar para alcanzar a Zac. Nada funcionó. Y con cada día que pasaba, ella sufría más.
Tenía que haber algún modo de ponerse en contacto con él.
Desalentada y afligida, Nessa se sentó en su escritorio, aturdida. Apenas había dormido en días y estaba muy fatigada.
—Zac —susurró. —¿Por qué no me hablas más?
—Vanessa —dijo Lucas desde la puerta. —A mi oficina. Ahora.

martes, 9 de agosto de 2011

15



Él quitó la ropa de ambos tan rápido que ella apenas pudo seguir sus movimientos. La apoyó, levantándola de espaldas, contra el brazo de sofá y se introdujo profundamente en ella.
Ambos gimieron al unísono.

Ella deseaba poder mantenerlo dentro de sí para siempre. No quería pasar nunca más otro día sin él.
Zac le hizo el amor febrilmente, saboreando cada profunda estocada. Acarició sus pechos mientras la besaba, sintiéndola desde la cima de su cabeza hasta los dedos del pie.
Su cuerpo caliente lo rodeaba, aceptándolo a la perfección. Y la sensación de sus manos sobre su espalda…
Esto era la dicha. Dicha pura. Él cerró sus ojos y se deleitó sintiendo sus senos sobre su pecho, su lengua en su garganta. Oh, sí, él deseaba quedarse aquí con ella.
Para siempre.
Vanessa pasó su mano por su largo pelo, sus dedos se apretaron mientras el placer la recorría, cada empuje más profundo y más duro que el último. Ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, levantando sus caderas para salir a su encuentro. Hundiéndolo en su cuerpo aún más profundo. Se adhirió a él mientras se corría, gritando su nombre.
Él besó sus labios y aceleró sus embestidas hasta vaciarse dentro de ella.
Ness se quedó inmóvil, sintiendo su esencia llenándola. Ella no quería moverse, no quería sentirlo abandonarla.
—Te amo, Zac —dijo ella antes de poder contenerse.
Zac se congeló al oír las palabras. Retirándose, la miró fijamente con incredulidad. —¿Qué?
Sus mejillas se sonrojaron mientras su mirada marrón dejaba en jirones su corazón. —Te amo.
—Tú no puedes. No es posible.
—Posible o no, lo hago.
Zac la tomó en sus brazos y la abrazó con desesperación. Él tembló por la fuerza de que sentía por ella. Tan poderoso, tan aplastante.
Saciado con una intensidad que nunca había conocido antes, la puso sobre él y la escuchó respirar mientras el sueño la tomaba.
Él quería despertarla, pero lo pensó mejor. A diferencia de él, ella tenía que tener su sueño.
—Ness —susurró suavemente mientras le acariciaba el cabello. —Te lo prometo, siempre seré lo que piensas que soy.
Resignado a lo inevitable, él cerró sus ojos y esperó que M'Ordant y Ana vinieran por ellos. 
Zac se despertó con un agudo chillido que sintió como si le rompiera los tímpanos.
Gimió ante el terrible sonido mientras Nessa se movía encima de él.
—¿Qué es eso? —preguntó.
—Mi despertador —dijo ella, levantándose de él para precipitarse a su dormitorio.
No fue hasta su vuelta que ambos comprendieron qué había pasado.
Nada.
—¿Tuviste algún sueño? —preguntó él.
Ella sacudió su cabeza. —¿Tu?
—No —dijo él, sonriendo.
—Tú crees…
Su sonrisa se apagó. —No. Ellos pueden encontrarnos. Tarde o temprano, lo harán.
Vane cerró sus ojos y maldijo al pensar en eso. —Tal vez ellos no se tomarán la molestia —. Ella vio la duda en los ojos de Zac.
Queriendo animar su hosco humor, ella tiró de sus brazos para que se levantara. —Vamos. Tomemos una ducha y luego llamaré para avisar que estoy enferma para ir a trabajar.
—No puedes. ¿Y si te despiden?
Ella se encogió de hombros. —Encontraré otro trabajo.
Él sacudió su cabeza. —Eres asombrosa.
Ella le sonrió.
Vanessa llamó al trabajo sólo para que le recordaran que el informe de comercialización había estado previsto para el viernes, y que ella se había olvidado al quedarse dormida.
—La reunión es al mediodía —le dijo Lucas.
—Bien, estoy yendo para allá con él.
—¿Algo está mal? —preguntó Zac cuando colgó el teléfono.
Ella sacudió su cabeza. —Tengo que llevar algo a la oficina. ¿Quieres venir conmigo?
—Seguro.
Ellos no hablaron mucho mientras ella conducía a través de la ciudad. Zac sostuvo su mano todo el tiempo y Vane tuvo que admitir que le gustó la fuerza de su mano enlazada a la suya. 
Una vez que ellos llegaron al edificio, Vane condujo a Zac por el laberinto donde estaba su cubículo. Él observó el ajetreo y alboroto de una corporación con una mirada  desapasionada.
Nessa fue a la oficina de Lucas, sólo para encontrarla vacía.
Con Zac directamente detrás de ella, dejó caer el informe en la bandeja de entrada de Lucas, luego giró para marcharse.
Ashley estaba en la entrada con Rick Sword detrás de ella. Los dos dieron un paso entrando en la oficina y cerraron la puerta.
Vanessa oyó la maldición de Zac.
¿Qué demonios estaba pasando?
—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó Zac, su voz llena de cólera.
—Esperando por ti —. Ashley dio un paso, rodeándolos y cerró las persianas. — ¿Tu no nos desafiarás a luchar en su lugar de trabajo, verdad, Zac? Todo lo que tenemos que hacer es hacernos invisibles a la gente y ellos no verán u oirán nada de esto excepto a ella. Y ella será encerrada en un asilo en cuanto nos hayamos ido.
Vanessa todavía no entendía que estaba pasando. Pero tenía el mal presentimiento de que había sido engañada desde el principio de todo esto.
Si Zac podía ser real, entonces ellos también podían serlo.
—¿Qué es esto? —exigió Vanessa.
Los ojos de Ashley se volvieron amarillos y fue entonces cuando Ness supo la verdad.
Ashley era la mujer-serpiente de sus pesadillas.
—No te metas en esto, humana —dijo Rick. —Trataremos contigo después de que terminemos con él.
Zac empujó a Vanessa detrás de él.
—Que dulce —. El tono de Ashley fue de burla. —Uno pensaría que eres un Oneroi por el modo en que la mimas.
—Él es Oneroi —disparó Vanessa en respuesta, su cuerpo entero temblando de pánico. ¿Cómo podrían ella y Zac luchar aquí? ¿Así?
Rick se rió de sus palabras. —¿Esa es la mentira que le has dicho?
Zac contuvo el aliento. Él no quería que ella averiguara eso. —Ness, yo… —. Sus palabras vacilaron cuando él se dio vuelta para ver la confusión pintada en su cara.
Él no quiso decirle la verdad. No quería ser lo que era nunca más. Ella le había mostrado algo mejor y él no quería volver a ser lo que había sido.
—¿Qué quiso decir? —preguntó Nessa.
—Él es tu dragón —dijo Ana despiadadamente. —Con el que luché la primera noche que nosotros nos encontramos en tus sueños.
—No —. Nessa sacudió su cabeza. —Es una mentira. Zac, dime que es una mentira.
Él quería, pero no pudo. Había mentido tantas veces que no debería haberle importado. Pero le importaba.
—Soy un Skotos, Ness.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.

jueves, 4 de agosto de 2011

Kapiii 14



Un ratito más tarde, Zac oyó entrar a Vane en el departamento. Sus zapatos hicieron el más ligero de los ruidos sobre la alfombra; aún así, él conocía su paso distintivo. Conocía su olor, su sonido. Sabía cosas sobre ella que nunca había sabido sobre nadie más.
Se dio vuelta sobre la cama cuando ella entró en el cuarto con un bolso en sus manos. 
—No quise despertarte —dijo ella.
—No estaba durmiendo.
Ella avanzó y puso el bolso al pie de la cama, luego fue a descansar al lado de él. Ella colocó su mano contra su frente, luego frunció el ceño.
—¿Cómo te sientes? —preguntó suavemente.
—Como si hubiera sido golpeado.
Ella puso sus ojos en blanco ante su tonoblasé. —Tienes bastante fiebre. Tal vez debería...
—No puedes llamar a un doctor, Nessa. Sólo porque aparezco humano, no me hace uno de ustedes.
—Lo sé —. Ella se sentó a su lado y apartó su pelo de su frente húmeda. —¿Entonces, qué vamos a hacer?
Él tomó su mano y arrastró sus nudillos a lo largo de su mandíbula, que ya había comenzado a curarse. Su toque era sublime. Él no había sabido nunca que tal cosa existía. —No sé.
—Estuve pensando mientras estaba afuera de aquí, tal vez nosotros podríamos hallar una ceremonia o algo para hacerte humano. Algún tipo de ritual.
Él sonrió de la idea. —Es una buena idea, amor, pero no hay semejante cosa.
Zac la miró entonces, y tenía en la punta de su lengua la explicación de qué era él exactamente. Pero no podía obligarse a hacerlo. No después de que ellos habían pasado por tanto.
Todo lo que deseaba era disfrutar el poco tiempo que ellos tenían, y con ese pensamiento, él se obligó a levantarse.
Vanessa protestó mientras él se vestía. —Todavía estás herido.
—Estaré bien —dijo él con desdén. —Mi especie se cura rápido.
Vane gruñó bajo en su garganta mientras lo miraba vestirse. El hombre no escucharía.
Insufriblemente machista, rechazó relajarse durante el resto del día. Ni siquiera se quedó y descansó mientras ella fue al supermercado.
Pero ella tuvo que admitir realmente que le gustó tenerlo con ella. Había vivido sola tanto tiempo que no había comprendido lo divertido que podía ser ir con alguien al supermercado.
—Entonces —dijo Zac mientras ella sacudía un melón, —¿qué estás escuchando?
Ella lo sostuvo junto a su oído y lo sacudió. —Éste está demasiado maduro —. Después sostuvo otro y le dejó oír la diferencia. —Éste no lo está.
Ella puso el melón bueno en el carro, luego se dio vuelta y lo vio sacudiendo unos plátanos. Ness rápidamente se los sacó. —Estos no los golpeamos.
—¿Por qué?
—Por que los arruinaríamos.
—Oh —. Él miró alrededor, luego hicieron una pausa. —¿Y esos?
Ella giró para ver las uvas. —Sólo las golpeas si quieres convertirlas en vino.
Él la atrajo a sus brazos. —¿Qué pasa si te sacudo?
Ella sonrió. —Yo probablemente haría toda clase de ruidos interesantes si lo hicieras.
Él sonrió abiertamente y le dio un rápido, abrasador beso que envió calor por todas partes de su cuerpo.
Mientras ellos caminaban por la tienda, Vane no pudo menos que notar las miradas que Zac recibía. Ella fue nuevamente consciente de qué diferentes eran los dos. Él era alto, atractivo, y magnífico y ella era sencilla y simple.
Ella sólo había tenidos unos pocos novios y la mayor parte de ellos habían sido tan sencillos y simples como ella. Pero Zac…
Él merecía una mujer hermosa.
—¿Hey? —preguntó él mientras ellos llegaban a la sección de lácteos. —¿Estás bien?
—Estoy bien.
—Pareces triste.
—Sólo cansada.
Ella vio la preocupación en sus celestiales ojos. —¿Cómo cansada?
Fue entonces cuando ella se dio cuenta lo que quería decir. —¿Ellos estarán tras nosotros otra vez cuando durmamos, verdad?
Él miró a lo lejos y ella tuvo su respuesta.
—Si ellos no lo matan, yo lo haré — las palabras de M'Ordant se repitieron en su cabeza.
—No les dejaré tenerte —dijo ella, tomando el brazo de Zac. —Tiene que haber algún modo en que podamos vencerlos.
Él pasó su brazo sobre sus hombros y la acercó. —¿Tu lucharías por mí?
—Sí.
—Entonces soy el ser más afortunado en el universo.
Zac le dio un fuerte apretón mientras inhalaba el olor de su pelo. Y se preguntó morbosamente si ella se sentiría así si ella conociera la verdad de su pasado.
Si ella alguna vez supiera la verdad de él…
Él quería decirle. Pero no se atrevía.
Zac apretó sus dientes. Ella nunca sabría nada más, de lo que la lastimaría por culpa de él. Él lucharía esta batalla, está bien. Lucharía hasta que él ganara o ellos lo mataran. Pero él lo haría del modo en que había vivido desde el alba del tiempo.
Solo.
Él y Vanessa terminaron de hacer las compras y estaban guardando sus cosas en el coche cuando Zac oyó a una mujer chillando en el oscuro aparcamiento.
Él vio a un hombre escaparse.
—Oh, no —dijo Ness. —Él robó su bolso.
Sin pensarlo, Zac salió detrás del hombre. Lo agarró en el callejón al lado del supermercado.
El hombre se volvió hacia él con un arma y lo apuntó directamente a su corazón. —No juegues conmigo, hombre. Soy tu jodida peor pesadilla.
Zac no pudo menos que reírse de sus palabras. —Tú no tienes ni idea.
El hombre disparó el arma. Zac no hizo caso de la bala que entró en su pecho sin dolor o sangre. Tomó el bolso del hombre, luego agarró al ladrón de la garganta y lo empujó contra la pared.
Fue entonces cuando Zac se sintió deslizarse. Sintió su forma verdadera aparecer. Su mano se convirtió de humana a...
—¿Zac?
La voz de Vane lo trajo de vuelta. Él se recuperó y miró fijamente al ladrón, quien era ahora un pálido fantasma por haber sido testigo de los cambios en la cara de Zac.
—La próxima vez que quieras robar a alguien, piensa en mí esperándote siempre que cierres tus ojos.
El ladrón silenciosamente se orinó.
Ness corrió hacia él con un oficial de seguridad a la rastra. Zac dejó al ladrón en la custodia del oficial, luego le tendió el bolso de la mujer.
—¿Estás bien? —preguntó Ness sus ojos cayendo sobre el agujero en la camisa de Zac donde la bala había entrado en su carne. Armas mortales no podían dañar a un ser inmortal.
Zac asintió. Sus poderes estaban volviendo.
—Llévame a casa, Ness —dijo él, su corazón tirando ante la palabra. Él nunca había tenido una casa antes. Nunca había entendido realmente el significado de la palabra y lo que implicaba.
Hasta ahora.
Él la siguió a su coche y ellos se condujeron hasta su apartamento en silencio.
De hecho, ellos hablaron muy poco mientras Vanessa hacía la cena y la comieron.
Después, él la ayudó a limpiar y la miró atentamente. ¿Cómo sería quedarse aquí, así? ¿Tener a esta mujer a su lado cada noche? Si él la tuviera, nunca la haría sufrir. Nunca dejaría de desearla. Usaría todo su poder para mantenerla y consolarla.
Pero todo el deseo del mundo no podía hacerlo verdadero.
Esto era sólo un sueño…
Una vez que ellos terminaron de limpiar, yacieron entrelazados sobre el sofá mientras ella miraba la televisión.
Zac la miraba a ella. La sostuvo acunada en su pecho, sintiendo su aliento sobre su piel.
Ámame, Nessa.
Las palabras pesaban en su corazón, no dichas, mientras le pasaba su mano por el cabello. Él no tenía ningún derecho de pedirle su amor. No tenía ningún derecho de pedirle nada.
—Eres un azote, muchacho. Despreciable. Feo y frío. Nadie nunca le dará la bienvenida a algo como tu. Es por eso por lo que tienes que arrastrarte en sus sueños. Ese es el único modo en que alguien alguna vez tendrá algo que ver contigo.
Él conocía demasiado bien la verdad de las palabras de Hypnos.
A lo largo de los siglos, había endurecido su corazón al mundo. A todo. Él se había aislado completamente, hasta la noche en cuando un par de ojos marrones, llenos de miedo, lo habían mirado con bondad y esperanza.
Ahora, sólo deseaba un modo de vivir su vida mirando esos ojos. Sintiendo sus diminutas manos sobre su piel.
Nessa escuchó el corazón de Zac golpeando bajo su mejilla. Él olía a sándalo y especias. Ella pasó su mano en donde el ladrón le había pegado un tiro, todavía la asombraba que no quedara ninguna cicatriz o herida. Esto era un terrible recordatorio del hecho que su día con Zac había sido una ilusión.
Él no era de su mundo. Y sin duda esta noche ellos serían separados por la eternidad.
El pensamiento rompió su corazón. Ella no podía soportar pensar en no verlo otra vez.
Si esta era su última noche con él, entonces ella quería que durara.
Arrastrándose lentamente por su cuerpo, ella encontró su mirada y vio el hambre en sus cristalinos ojos plateados. Ahuecó su mejilla en su mano y lo besó.
Zac gruñó ante el gusto de ella mientras su cuerpo rugía a la vida. Él rasgó la camisa de ella mientras rodaba para presionarla contra el sofá.
Ness oyó rasgarse la tela de algodón, pero no se preocupó. Ella lo deseaba con la misma desesperación. Tiró de su camisa pasándola sobre su cabeza y se regaló la vista con su pecho desnudo. Sólo cicatrices quedaban de las heridas que había sufrido, y él le había dicho que, por la mañana, si sobrevivía esta noche, se habrían ido.
Él quitó la ropa de ambos tan rápido que ella apenas pudo seguir sus movimientos. La apoyó, levantándola de espaldas, contra el brazo de sofá y se introdujo profundamente en ella.
Ambos gimieron al unísono.

martes, 2 de agosto de 2011

kapiii 13





Antes de comprender lo que estaba haciendo, él capturó sus labios, luego se estremeció cuando el dolor recorrió su hinchada mandíbula.
—Ow —dijo él otra vez, apartándose.
Nessa deslizó sus manos sobre su pecho mientras inspeccionaba sus heridas. En los sueños, su toque había sido intangible; ahora poseía un tierno calor inimaginable. Lo dejaba sin aliento en carne viva.
Zac extendido la mano y sostuvo su rostro para poder estudiar sus hermosos rasgos. —¿Por qué me ayudas?
—Por que lo necesitas.
Él no podía comprender una razón tan desinteresada. Tales cosas no existían en su reino.
—Necesitas descansar.
—Necesito ropa —dijo él.
—Tendré que comprarte algo.
—¿Comprar?
—Adquirir. No se va hasta una tienda y los haces darte lo que necesitas.
Zac escuchaba la paciencia de su voz. Paciencia a la que él no estaba acostumbrado. Él conocía tan poco sobre su mundo humano. Él había sido relegado a la visión distorsionada de sueños y pesadillas.
El dolor dentro de él, le era conocido. Esta era la única emoción dejada a su clase. Era por lo que ellos invadían el sueño humano. Allí podían sentir otras cosas. Las emociones, incluso apagadas, eran mejores que ninguna en absoluto.
—¿Podrías… por favor —él se forzó a decir la extraña palabra, —conseguirme algo de ropa?
—Sí.
Increíble. Ella estaba tan dispuesta a ayudarlo. Estaba confundido por eso. Despacio, con cuidado, abandonó la cama y anduvo alrededor de su cuarto.
El cuerpo entero de Ness se sacudió mientras lo dejaba para traer una cinta métrica. ¿Podía ser real?
¿Estaba todavía soñando? Había algo surrealista en esto que lo hacía parecer a la fantasía, y aún…
Ella maldijo cuando se golpeó el dedo del pie contra la planta que estaba en su sala de estar.
No, este dolor era verdadero.
Esto no era un sueño. Zac estaba realmente en su mundo, y si ella lo había traído aquí, tal vez, sólo tal vez, ella podría mantenerlo aquí.
¡Ness! ¿En qué estás pensando? Un hombre como Zac no pertenece aquí. Él ni siquiera es humano.
Y sin embargo él era más humano, más hombre, que cualquiera que ella hubiera conocido.
Ella no quería que él se marchara. Y ese pensamiento la asustó más que nada.
Zac levantó la mirada mientras Vane volvía unos minutos más tarde con un extraño rollo de tela. — ¿Qué es eso? —preguntó él mientras ella se acercaba a él desenrollándolo.
—Es una cinta métrica. Necesito saber tu tamaño para comprar tus pantalones.
Ella envolvió una parte de la cinta alrededor de su cintura, sus manos enviando escalofríos por su cuerpo, su toque levantando otra parte de él también.
—Ochenta y tres de cintura —dijo ella, su aliento cayendo sobre su pecho.
Ella cayó sobre sus rodillas ante él.
Zac tembló al ver su pelo castaño entre sus rodillas mientras ella se inclinaba para colocar un borde de la cinta en el suelo, a sus pies. Ella la arrastró por sobre el interior de su pierna.
Vanessa tragó ante la fuerza de su cuerpo. Y cuando ella alcanzó su ingle, su corazón aporreaba. Él estaba rígido y firme, y cuando su mano acarició ligeramente su sexo, él siseó bruscamente.
—Noventa y dos —dijo ella distraídamente, su mirada fija en él.
El calor allí era intenso, y por primera vez, ella tuvo en realidad miedo de él. Él era un hombre vivo ahora, uno que podía poseer, vaya una a saber, qué fuerza y poderes en este mundo.
Y ellos estaban solos en su casa.
Zac tomó su mano en la suya y la llevó a su erección. —Necesito que me toques, Ness —susurró él, arrastrando su mano por toda la longitud de su miembro. Él tembló por su suavidad. —Necesito saber que esto es verdadero y no… no un sueño.
Porque profundamente en su corazón él tenía miedo que esto no fuera nada más que Hades que ya lo atormentaba. Quizás él estaba muerto y este era el modo en que ellos tenían la intención de torturarlo.
Ness tembló al sentir su firme, caliente virilidad en su palma, y su fuerte, ahusada mano conduciendo sus caricias. En sus sueños, ella siempre había sido desinhibida con él. Su amante fantasma nunca había sido verdadero, sólo un invento de su imaginación.
Pero era un vivo, cálido cuerpo el que ella tocaba ahora. Uno de carne y hueso. Un cuerpo hermoso, masculino que la hacía temblar y arder con algo más que lujuria.
La mirada en sus ojos la quemaba. Y ella sabía lo que él deseaba. Él deseaba consuelo. Necesitaba saber que ella todavía se preocupaba por él. Incluso en este mundo que era ajeno a él.
¿Estaba tan asustado de todo esto como lo estaba ella?
¿Cuánto tiempo podrían ellos estar juntos antes de que sus respectivos mundos los separaran?
Zac sabía que debería liberarla, y aún así, no podía obligarse a hacerlo. La necesitaba. Necesitaba su toque de una forma que desafiaba la explicación.
Ella se levantó sobre sus rodillas y, para su completo asombro, colocó su boca sobre él. Él gimió al sentir sus labios contra la punta de su miembro, su lengua caliente acariciándolo. Ella lo tomó con cuidado con una mano, acariciando sus testículos al mismo tiempo que pasaba rápidamente su lengua contra él.
Nunca nadie lo había tocado así. Se sintió débil ante ella. Impotente contra ella.
Y en ese momento, supo que nunca sería capaz de dejarla ir otra vez.
¿Querido Zeus, qué debía hacer?
Ella era mortal y él…
Él estaba maldito.
Nessa lo acarició y lo calmó, y cuando se corrió, ella no se alejó.
Sólo cuando él estuvo agotado y débil ella se retiró y alzó la vista hacia él. Entonces lentamente, meticulosamente, lo besó subiendo por su cuerpo hasta que estuvo de pie ante él.
—Todo estará bien Zac —susurró ella. —Lo juro.
No, no lo estaría. Él lo sabía mejor. No había ningún modo de ocultarse de los otros. Tarde o temprano, ellos vendrían.
Pero él no quiso asustarla. De alguna forma, la protegería. Sin importar lo que le costara.
La tomó en sus brazos y la sostuvo cerca. Si él pudiera, la llevaría lejos de aquí. La llevaría de vuelta a la Isla Desaparecida y la protegería por siempre.
Y luego lo sintió. Sintió la maligna presencia de su hermana. El cabello al dorso de su cuello se elevó. En estas condiciones él nunca sería capaz de parar a Ana.
El teléfono sonó.
—Vuelvo enseguida.
Él la liberó; todo el tiempo mirando alrededor intentando encontrar a Ana. Su malevolencia cayendo sobre él. De algún modo ella sabía que él estaba aquí.
Él extendió la mano con sus pensamientos, pero debilitado, herido él no podía ponerse en contacto con ella.
Eso no importaba.
Conocía la tácita promesa de su hermana. Ella vendría pronto y él tendría que encontrar algún modo de proteger a Nessa de sus garras.
Ness volvió. —Lo lamento. Era un amigo del trabajo —. Ella se dirigió hacia su cuarto de baño. —¿Voy a tomar una ducha rápida, y luego a comprar tu ropa, sí?
Él asintió, pero no habló. No podía. No cuando los pensamientos de sus hermanos ocupaban su mente.
Caminó alrededor del pequeño departamento de Ness, intentando encontrar donde podría estar ocultándose su hermana. No encontró nada, y como los minutos fueron pasando, su sensación de ella se hizo más débil, aunque si fue por su partida o por sus propios poderes disminuidos, él no estuvo seguro.
Vane dejó el cuarto de baño, su cara brillante y sonrosada. —No puedo creer que yo te tenga aquí —. Ella se lanzó en sus brazos y lo sostuvo apretado. —Oh, Zac, dime que ellos no pueden seguirte aquí.
Él abrió su boca para contestarle francamente, luego se detuvo. No quería robar la felicidad de sus brillantes ojos marrones.
—Estamos seguros —dijo él, la palabra atravesada en su garganta.
Ella lo besó entonces, caliente y apasionadamente, luego lo dejó solo mientras iba por su ropa.
Zac volvió a acostarse sobre la cama y se tranquilizó. Si pudiera dormir, él podría recuperar su fuerza mucho más rápido, pero no se permitió cerrar los ojos. No se permitió dormir en el lugar donde podía entrar de nuevo en su mundo.
Ellos estarían esperándolo. Con la ayuda de Vanessa él los había evitado antes. Pero estaba seguro que no habría una segunda fuga.
Tarde o temprano, ellos lo tomarían; entonces Ness estaría sola.
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Chikas Hay una nueva Nove!! :) se llama Placer Y Venganza esta en mi otro blog pero se los dare de todas formas ;) http://novelas-adaptadas-zacynesa.blogspot.com/ espero que les guste!!