miércoles, 23 de mayo de 2012

Capitulo 12

En el aire se distinguía el delicioso olor de la carne a la parrilla. Vanessa estaba sentada frente a Zac en el restaurante que había sido descrito en la Gaceta del Gourmet como el mejor lugar para degustar carne después de Argentina. Mientras observaba a su acompañante se esforzaba por convencerse de que aquello no era una cita. Era solo una cena de agradecimiento por haberlo ayudado. Pero al mismo tiempo no podía dejar de preguntarse si su coraza no habría empezado a resquebrajarse. Seguramente aquella era la primera vez que Zac salía a cenar en Fielding, no era decir mucho tratándose de una ciudad tan diminuta, pero para él era desde luego un gran paso.

Y estaban también las maravillosas palabras que le había dedicado en la pastelería, unas palabras que habían vuelto a hacerle creer que todo era posible.

La había echado de menos.

Aquella noche tenía el aspecto de un modelo, ataviado con un jersey negro de cuello alto y unos vaqueros. Si hubiera podido habría soltado un ruidoso suspiro.
Ella también lo había echado de menos durante esas dos semanas en las cuales el dolor no había hecho más que intensificarse. Le había resultado tremendamente difícil abandonar su casa, y cuando lo había visto aparecer en la tienda, simplemente le había parecido imposible decirle que no.

Quizá aquello no fuera una cita, pero allí estaba Zac en público y con todos los ojos clavados en él. Desde luego era un avance en la dirección correcta y eso era lo que importaba.
—¿Qué tal está el filete?
—Delicioso —respondió Vanessa y acto seguido miró a los demás comensales, que no apartaban la mirada de ellos—. Escucha, me temo que no van a dejar de mirarte a menos que les sonrías o algo así. Creo que no se creen que seas real.
—¿Y qué demonios se creen que soy?
—Un extraterrestre, o quizá un robot —sugirió bromeando—. Ya sabes, trabajas con la tecnología más avanzada y la gente chismorrea.
—Lo sé —respondió secamente.
—Vamos, dedícales una sonrisa y alégrales la noche.

Zac se echó a reír y después, volviéndose hacia el comedor, saludó con la mano. Al principio todo el mundo se quedó inmóvil, pero después fueron saludándolo del mismo modo. Cuando volvió a mirar a Vanessa, tenía el ceño fruncido.

—¿Qué ocurre? ¿No era eso lo que esperabas?
—No lo sé. Estoy intentando no crearme expectativas.
Ella sonrió satisfecha al oírlo decir eso e interpretó dicha medida como un nuevo paso adelante. Quizá si visitaba la ciudad más a menudo, acabaría por conocer a alguien e incluso hacer algún amigo.
Y también podría verla a ella.

Vanessa levantó su vaso de agua mineral y brindó:
—Por tu nuevo contrato millonario.
—Y por ti, por tener unas ideas tan maravillosas —añadió él con una cálida mirada—. No habría podido hacerlo sin ti.
Aquella mirada le llegó directamente al corazón.
—Claro que lo habrías hecho, de todas formas, gracias.
Zac apuró su copa de vino y se quedó con los ojos clavados en ella.
—Escucha, Nessa... lo digo totalmente en serio, sin tu contribución este contrato no habría sido ni la mitad de lucrativo. Iba a hacerte un regalo, pero sé lo que opinas de la costumbre de devolver los favores... Así que lo que he hecho ha sido hacerle el regalo a Emily, al fin y al cabo ella fue tu inspiración —acompañó sus palabras de un sobre que dejó en la mesa—. Le he abierto una cuenta dedicada a pagar su educación.

Vanessa se quedó estupefacta, no podía articular palabra. Una cuenta para la universidad. Eso era algo que normalmente hacía... el padre. ¿Cómo iba a aceptar tal generosidad? Pero antes de que pudiera protestar, fue él quien habló.
—Es para Emily, Nessa. Quiero que pueda elegir la universidad que quiera. Déjame hacerlo por ella.
La sinceridad y la emoción que había en aquellas palabras le provocaron un escalofrío. Otra vez se encontraba dividida; una parte de ella le aconsejaba que le diera las gracias y rechazara el regalo, mientras que la otra le decía que no podía hacer eso. Así que finalmente se limitó a decir:
—Muchas gracias, Zac.
Gracias a ese regalo, estaría vinculado a ellas para siempre. ¿Se habría dado cuenta él de eso?
—Por cierto, se me ha olvidado felicitarte por la pastelería —le dijo él cuando se disponían a salir del restaurante—. Pero me he fijado que no tiene letrero. ¿Qué nombre le vas a poner?
—No se lo voy a poner yo, lo he dejado en manos de Fielding —le explicó riéndose de su expresión de sorpresa—. He puesto un cuenco para que la gente ponga el nombre que más les guste.
—Vas a ser una excelente empresaria —reconoció él mientras la ayudaba a ponerse el abrigo.
—No se trata solo de una decisión de negocios. Quiero que sientan que son parte de la tienda.
—Me parece muy buena idea —admitió después de pensarlo unos segundos.
Diminutos copos de nieve caían del cielo nocturno. Era una típica estampa navideña, y no era extraña puesto que las fiestas estaban ya muy cerca. Se aproximaba la época de la felicidad y la buena voluntad.
—Bueno, ¿qué te ha parecido tu primera cena en Fielding? —le preguntó ella con una sonrisa provocada por su espíritu navideño.
—¿Y tú cómo sabes que era la primera?
—Es solo una corazonada. ¿Ha sido cómo lo habías imaginado?
—Mejor —respondió él escuetamente.
—¿Y crees que a partir de ahora lo repetirás más a menudo?
—Depende —dijo justo en el momento en el que llegaban a la puerta de la tienda—. ¿Estarás tú cerca?
—Puede ser —solo unos centímetros los separaban al uno del otro, pero entre ellos había una enorme inseguridad—. ¿Quieres subir a darle las buenas noches a Emily?
—Sí —contestó él sin dudarlo. Mientras subían las escaleras, Zac pensaba que había sido un completo estúpido por haber creído que volver a verla lo ayudaría a olvidarla. En realidad lo único que había conseguido era aumentar su ansia de estar con ella.
Ruth los saludó cálidamente y, después de solo unos minutos, salió de allí con prisa por encontrarse con Thomas.

Ver a Emily le dio a Zac la sensación de haber llegado a casa. Sin embargo la pequeña estaba más preocupada por comer que por el reencuentro, así que Vanessa tuvo que llevársela para darle de mamar.
—¿Quieres acompañarme mientras...? —No —respondió él inmediatamente—. Me quedo aquí —si quería que la noche no acabara como la última vez, lo mejor sería no verla dar de mamar a la niña.
Echó un vistazo al apartamento y comprobó con deleite que el toque de Nessa estaba en todos y cada uno de los rincones; en las alfombras de vivos colores, las estanterías rebosantes de libros, las flores secas, las fotografías de su padre y de Emily. Había conseguido crear un ambiente cálido y muy acogedor.

—¿Te está molestando la pierna? —le preguntó Nessa antes de salir del cuarto de estar.
—Un poco —dijo quedándose corto porque lo cierto era que los pinchazos lo estaban matando—. ¿No tendrás por casualidad una piscina de hidromasaje en algún rincón del apartamento?
—Mucho me temo que no.
Aunque estaba bromeando, sabía que eso era lo único que lo aliviaba en esos momentos. Los médicos le habían dicho una y mil veces que no había nada que hacer, que era la edad y el frío; por eso le habían aconsejado que se fuera a vivir a Florida o a California. Había llegado a considerar la idea, pero últimamente le resultaba muy difícil imaginarse lejos del pequeño y aburrido Fielding.
—Lo único que se me ocurre... —añadió Nessa después de unos segundos—. Tengo una bañera enorme, ¿por qué no te das un baño relajante mientras yo doy de comer a Emily? El agua sale muy calentita —le dijo sonriendo dulcemente—. Hasta te dejo que utilices mis sales.
La situación se estaba poniendo peligrosa. —Creo que debería irme a casa.
—Muy bien —la sonrisa desapareció inmediatamente de su rostro.
—Debería —añadió con los ojos clavados en los de ella—... pero no quiero.
Esa vez la sonrisa que se dibujó en los labios de Nessa iluminó la habitación entera.
—Yo tampoco quiero que te vayas. Las sales están en la estantería. Te veo dentro de un rato.
Zac decidió que esa noche no se arrepentiría de nada. Quería estar con ella y ella con él, eso era lo único que importaba.

No tardó ni un minuto en llenar la bañera, encontrar las sales de baño, desnudarse, apagar casi todas las luces y meterse en el agua. En cuanto estuvo sumergido notó cómo sus músculos se relajaban y se mitigaba un poco el dolor de la pierna. Estaba casi dormido cuando llamaron a la puerta.
—He pensado que a lo mejor querías... —al verlo se quedó callada—. Lo siento, pensé que...
—¿Que estaría vestido y mojándome solo la pierna?
—Algo así —respondió medio tartamudeando y sin levantar la vista del suelo.
Zac observó que se había cambiado de ropa y se había puesto una ropa de deporte de lo menos provocativa y, aun así, estaba para comérsela.
—¿Emily ya está dormida?
—Sí, ha caído rendida en un santiamén. Y tú... ¿qué tal la pierna?
—Un poco rígida todavía —al igual que otra parte de su cuerpo.
—Si quieres te doy un masaje —le ofreció preocupada.
Si seguía así iba a matarlo.
—No, gracias, estoy bien.
—No, no estas bien —protestó ella arrodillándose junto a la bañera.
—Nessa, de verdad, es demasiado peligroso.
—Vamos, piensa que soy una enfermera.
—Eso sólo empeoraría las cosas.
—¿Por qué no te limitas a recostarte y dejarme que te ayude?
Cuando por fin ella metió las manos en el agua, lo que preocupaba a Zac no era que viera lo excitado que estaba, sino que estuviera a punto de ver y tocar la imperfección de su pierna. Sin embargo en cuanto sintió sus manos sobre la piel, se olvidó de su vergüenza y se le escapó un rugido de placer.
—¿Demasiado fuerte?
—No, está bien —al mirarla la vergüenza se fue convirtiendo en deseo—. Demasiado bien.
—Pero estoy en una postura un poco incómoda. Si pudiera acercarme un poco más...

El movimiento de Zac fue tan rápido que Nessa ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. Sacó el brazo del agua y, rodeándola por la cintura, la levantó del suelo y la metió en la bañera encima de él con ropa y todo. El agua salpicó por todos lados encharcando la mitad del cuarto de baño.
—¿Así estás lo bastante cerca?
Al principio parecía sorprendida pero enseguida se acomodó a la situación.
—Dímelo tú —le susurró al tiempo que le besaba los labios y paseaba su mano por el interior de su muslo.
Él volvió a rugir de placer.
—Nessa, no quiero volver a mi casa.
—¿Esta noche?
—Ni esta noche, ni mañana... —tomó su rostro entre las manos y la besó tiernamente—. Allí me siento muy solo.

Vanessa le recorrió los labios con la lengua.
—Entonces quédate aquí.
A pesar de que aquellas palabras lo dejaron casi sin sentido, se las arregló para decir:
—La gente va a hablar —le advirtió al tiempo que le agarraba las nalgas.
—Empezaron hace tiempo.
—¿Y no te importa?
—Ni lo más mínimo.
Volvió a aparecer su afán por protegerla.
—Nessa, hay algo más que quiero decirte...
Ella le puso los dedos en los labios, impidiéndole hablar.

—Ya sé qué es lo que quieres y qué es lo que no quieres, Zachary Efron. Ahora, cállate y bésame.

3 comentarios:

  1. Awwwwwwww muy bueno el capitulo..
    por fin se están entendiendo mejor..
    me mato cuando le dijo que se sentía solo.. Owwwwwwww yo lo acompaño Okno haha
    siguela, esta muy buena..
    :D
    muero por saber que va pasar :)

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  2. CIERTO!!!

    ZAC, CALLATE Y BESALA!!!

    ME ENCANTO EL CAP

    BONITO Y TIERNO AWWSSSS


    JEEJEJEJEJE SIGUELA PRONTO

    YA QUIERO LEER EL SIG CAP

    :D

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  3. oh ke bonito!!!!!
    me encanto este capi!!!!
    me encanto super mucho!!! XD XD
    sobre todo la ultima frase
    "callate y besame"
    de pelicula!!!
    y como tiene ke kerer zac a ness si no kiere volver a esa casa tan lujosa XD XD
    ke se muden todos alli! XD
    publica pronto!!
    bye!
    kisses!

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