lunes, 28 de enero de 2013

Capitulo 18

—¿Estás cómoda? —preguntó Zac mientras le ahuecaba la almohada de la espalda.

Ella se reclinó sobre la tumbona del patio, sonrió a Zac y suspiró. El día era espléndido, como sólo podía ser un día de otoño en la isla. Bastante cálido, aunque sin el opresivo calor y la humedad del verano. El cielo brillaba azul y sin una sola nube, y el aire, cargado de salitre, le hacía cosquillas en la nariz mientras el sonido del mar la arrullaba.

—Me mimas demasiado —fingió protestar—. Pero, por favor, sigue. No pienso oponerme.

Zac se sentó en el otro extremo de la tumbona y apoyó los pies de Vanessa sobre su regazo.

Jugueteó con la pulsera tobillera y deslizó un dedo sobre el arco del pie.

—Tienes unos pies preciosos.

—¿Piensas que mis pies son bonitos? —ella lo miró con desconfianza.

—Pues sí. Me gustan. Además tienes unas piernas estupendas. Un lote muy completo.

Zac presionó el arco del pie con el pulgar arrancándole un gemido.

—Aún sigo amándote, Zac.
Las palabras se escaparon de sus labios. Necesitaba liberar ese dolor de su corazón y, aunque se había jurado que no se mostraría vulnerable antes de haber resuelto el problema de la amnesia y el tema de su relación, necesitaba expresarle sus sentimientos.

Los ojos de Zac se volvieron con más deseo y la mano abandonó toda ternura para atraerla hacia él, sentándola sobre su regazo y tomándole el rostro entre las manos. Durante largo rato, le acarició la mejilla mirándola a los ojos.

Después apoyó la frente contra la de ella en un gesto sorprendentemente tierno mientras sujetaba su mano entre los torsos de ambos.

—Tenía que decírtelo —susurró ella—. He sido sincera. No quiero ocultarte nada. Has venido. Estás haciendo un esfuerzo. Lo menos que puedo hacer es unirme a ti. Si me contenía era por orgullo. No quería humillarme ni mostrarme nuevamente vulnerable ante ti.

Zac la besó con labios ardientes y exigentes.

Saboreó la limonada que había servido con la comida. Ácida y dulce. Lamió las comisuras de los labios antes de hundirse dentro de su boca como si quisiera saborear su interior.
Siempre que habían hecho el amor había sido un acto deliberado, tierno y seductor. Pero en esos momentos, cada caricia y cada beso estaban cargados de desesperación, como si se muriera de ganas por tocarla o poseerla. Y ella se entregó a ese nuevo hombre.

—Quiero hacerte el amor, Nessa. Quiero que sepas que te deseo. Ahora mismo no podría importarme menos el pasado o lo que recuerde o deje de recordar. Lo único que sé es que aquí y ahora quiero tocarte y besarte.

Vanessa se puso en pie con toda la elegancia que le permitían sus temblorosas piernas.

Después le tomó la mano y entrelazó sus dedos con los de él.

—Yo también te deseo —anunció—. Cuánto te he echado de menos, Zac.

Zac se puso en pie. Le faltaba su habitual compostura y su mirada vibraba de deseo.

—Nessa, puedes estar segura de que pase lo que pase hoy, e independientemente de lo que haya pasado antes, lo que recuerde y lo que no, nada de eso importará si te entregas a mí de nuevo. Ahora. Si lo hacemos ahora, será como empezar de nuevo. Pasar página.

—Eso me gustaría —ella frotó su mejilla contra la mano de Zac y cerró los ojos—. Sin pasado. Sólo el presente. Tú y yo.

Zac la rodeó con un brazo y la empujó hacia el interior de la casa. Ella lo condujo hasta el dormitorio, al lugar donde en el pasado habían hecho el amor durante horas.
Zac cerró la puerta y Vanessa quedó ante él, repentinamente tímida e insegura. Parecía la primera vez. Él parecía diferente. Quizás incluso ella había cambiado.

De repente le entró un ataque de risa.

—¿De qué te ríes? —él la miró sobresaltado.

—Estaba pensando que me sentía como si fuera la primera vez y que estoy muy nerviosa, pero entonces he pensado que es ridículo puesto que estoy embarazada de tu hijo, el vivo ejemplo de que no es la primera vez.

—En muchos aspectos sí es la primera vez —Zac la abrazó—. Y creo que deberíamos considerarlo como tal. Tengo la intención de familiarizarme de nuevo con tu cuerpo. Quiero ver y tocar cada milímetro de ti. Sin prisas. Quiero saborear cada momento, llevándolo hasta el límite de la locura.

Vanessa se balanceó hacía él, como si hubiese bebido. Zac la atrajo hacia sí y, con suma delicadeza, la empujó hacia atrás hasta topar con el borde de la cama.

Sin decir palabra, empezó a desabrocharle la blusa, tomándose su tiempo, tras lo cual deslizó la prenda por los hombros de Vanessa hasta hacerla caer al suelo.

—Bonito y delicado —murmuró mientras deslizaba un dedo por el sujetador—. Igual que tú. Me gustas vestida de rosa.

—¿No preferirías una sirena vestida de rojo o de negro?

—En absoluto. Me gusta la dulzura del rosa y lo femenino que resulta en ti. Muy de niña.

Agachó la cabeza para besar la piel que sobresalía del sujetador y deslizó la boca hacia abajo, hasta quedar a escasos milímetros del pezón.

—Me gustan aniñadas.

—Eres un bromista —contestó ella con voz ahogada.

Zac se agachó y procedió a desabrocharle los pantalones, deslizándolos hacia abajo hasta dejar expuesta la barriga.

Para sorpresa de Vanessa, se arrodilló y acarició la barriga con ambas manos antes de depositar sobre ella un delicado beso.

Fue un instante de exquisita ternura, y una imagen que no olvidaría jamás. Ese hombre, arrogante y orgulloso, estaba de rodillas prodigándose en atenciones hacia ella y su bebé.

Bajó la vista y hundió las manos en el cabello de Zac, quien levantó la cabeza hacia ella. La mirada que le dedicó hizo que se le parara el corazón.

Segundos después, continuó deslizando los vaqueros por las femeninas caderas y piernas, levantándole cada pie con sensuales caricias hasta quitarle la prenda por completo.

—A juego con el encaje rosa —murmuró mientras depositaba un beso sobre las braguitas—. Me gusta mucho. Me encanta

Vanessa sentía que le temblaban las piernas y que miles de mariposas revoloteaban en sus venas, alrededor del pecho y en la garganta.

No estaba obsesionada con su cuerpo, como les sucedía a muchas mujeres embarazadas. En realidad le gustaban las nuevas curvas. En muchos aspectos, estaba mejor. Su piel resplandecía, los pechos habían crecido y le fascinaba la forma de su abultada barriga.

—Eres preciosa,hermosa —dijo él con voz ronca, como si le hubiera leído el pensamiento.

Lentamente se puso en pie, hundió las manos en sus cabellos y la besó.

Algo había cambiado entre ellos. Siempre habían hecho el amor de manera despreocupada, divertida y relajada. Pero el Zac que tenía ante ella era… distinto. La miraba como si estuviera a punto de devorarla. Como si la deseara más de lo que hubiera deseado jamás a ninguna otra mujer.

En esos momentos no había nada despreocupado en la manera en que la tocaba y a Vanessa le gustó el nuevo Zac. Autoritario, y aun así, dulce y tierno. Reverente.

2 comentarios:

  1. primero de todo: PRIMEEEEEEEEEEE!!!
    y aora, respecto al capi:
    ay ke bonito!!!
    ke monos!!!
    ya zac parece ke como ke no recuerda na XD
    pero se le ve mas sensible, tierno, super mono
    asi me gusta!
    ke antes era un idiota ¬¬
    y lo mas importante es ke lo van a hacer!!!
    por fin!!!
    ya iba siendo hora, majos
    y bueno, siguela pronto
    ke esta muy interesante!!!
    bye!
    kisses!

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  2. Que lindosssss
    Ya era hora, esperar y la pasión le ayude a recordar un poco,
    estuvo lindo el capitulo,
    síguela pronto
    ;)

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