lunes, 28 de enero de 2013

Capitulo 19

Le sujetó posesivamente la nuca con la mano ahuecada y la atrajo hacia sí para besarla de nuevo. Después deslizó los labios hasta la oreja y lamió un lóbulo, provocándole oleadas de deseo que descendían hacia la pelvis. Los músculos de Vanessa se tensaron y suspiró.

Sin que sus labios abandonaran el cuello de Vanessa, Zac la levantó en vilo, tumbándola sobre la cama y deslizando una pierna entre los femeninos muslos.

Tras besarla nuevamente, le retiró los cabellos de la frente en un gesto enternecedor.

Como si no soportara la idea de dejar de hacerlo, la besó otra vez antes de apartarse y, con manos temblorosas, proceder a desnudarse.

Arrojó a un lado la camiseta y empezó a bajarse la cremallera de los vaqueros y ella casi gimió cuando se deshizo de los pantalones y los calzoncillos con un impaciente tirón.

Era un hombre muy sexy. Con un cuerpo esculpido como si fuera una gema. Músculos tonificados, delgado, aunque no en exceso.

La mirada de Vanessa se deslizó hasta la entrepierna y no pudo evitar suspirar de admiración ante la inhiesta erección. Impaciente, se apoyó sobre los codos.

Zac se colocó a horcajadas sobre ella y la empujó delicadamente contra el colchón antes de deslizar los tirantes del sujetador por sus hombros hasta que los pechos quedaron libres. Antes de deslizar una mano bajo su cuerpo para desabrochar el cierre y arrojar la prenda al suelo.

Durante largo rato no hizo más que contemplar su cuerpo.

—Estoy grabando a fuego tu imagen en mi mente —explicó con voz ronca—. No quiero volver a olvidarla jamás. No me explico cómo puede hacerlo. ¿Qué hombre podría olvidar semejante belleza?

Vanessa volvía a sentir mariposas en el corazón y le costaba respirar. Cuando Zac no le generaba escalofríos de placer con sus caricias, lo hacía con sus palabras.

—Bésame —le suplicó ella.

—En cuanto te haya quitado toda la lencería rosa —contestó él con una sonrisa.

Los dedos se deslizaron hasta las caderas y engancharon la prenda, tirando de ella.

Después se tumbó a su lado y la atrajo hacia sí, provocándole un delicioso sobresalto. La dureza encajaba perfectamente en la «V», entre las piernas de Vanessa, cuyos pechos se oprimían contra el áspero vello de su torso.

Y entonces la besó mientras le acariciaba la espalda posesivamente hasta descansar la mano sobre el trasero y continuar hacia la barriga y luego dirigirse hacia la húmeda y sensible zona entre las piernas.

Ella gimió y arqueó la espalda mientras él le acariciaba su punto más sensible con la ardiente y rígida erección.

Vanessa lo deseaba en su interior, que formara parte de ella después de haber pasado tanto tiempo sin él. Y se movió inquieta, aferrándose a él, separando más las piernas.

—No seas impaciente —Zac sonrió—. Aún no he terminado, cariño. Quiero que te vuelvas loca de placer antes de hacerte mía otra vez. Tan loca que grites mi nombre cuando me deslice en tu interior.

—Te deseo —susurró ella—. Te deseo tanto, Zac. Te he echado de menos. He echado de menos tocarte y que me toques.

Zac se apartó y la miró con una expresión muy seria.

—De algún modo yo también tengo la sensación de haberte echado de menos, Nessa. No sería tan repentinamente feliz contigo si no nos hubiésemos conocido antes, si no hubiésemos sido… íntimos. Amantes. Siento como si hubiese abierto la puerta de la vida de otra persona, porque sigue sin parecerme que sea yo, pero, aun así, lo deseo tanto que lo saboreo, lo siento.

Ella lo atrajo hacia sí con un beso, tan conmovida por sus palabras que sentía el corazón a punto de estallar.

—No quiero esperar más. Te necesito ahora, Zac. Por favor. Entra dentro de mí. Quiero sentirte.
Zac se inclinó sobre ella, permitiéndole deleitarse en la sensación de ser aplastada bajo su calor, aspirando el masculino aroma, casi saboreándolo.

—¿Segura que estás preparada, Nessa?

Pero incluso mientras le hacía la pregunta, deslizó un dedo en su interior y le acarició el clítoris
con el pulgar.

—¡Por favor! —ella cerró los ojos y se agarró a él. Zac se colocó e hundió ligeramente la punta en su interior.

—Abre los ojos. Mírame, Nessa. Déjame verte.

Ella abrió los ojos y encontró su mirada, oscura y sensual.

Zac se introdujo un poco más en su interior, acariciándole con fuego. Parecía decidido a hacer
que durara eternamente.

Vaessa le acarició el cuerpo, animándolo a completar el acto.

Y él se inclinó sobre ella hasta que sus narices se rozaron y la besó en el preciso instante en que se hundía en su interior.

No había palabras para describir la sensación que le producía estar de nuevo con el hombre al que amaba.

Zac se retiró ligeramente antes de volver a embestir. Respiró el aliento de Vanessa, y ella el suyo, mientras sus lenguas se entrelazaban.

Él se tumbó sobre ella, pero se apoyó en los brazos para que no tuviera que soportar todo su peso mientras las caderas basculaban contra ella.

Era como las olas del mar, delicadas, pero de intensidad creciente. Y él se mostraba paciente, más de lo que había sido en su vida.

—Si te hago daño dímelo —susurró contra su boca—. O si peso demasiado para ti.

A modo de respuesta, ella lo abrazó con fuerza y deslizó una mano hasta los glúteos.

—Dime qué quieres que haga. Dime cómo darte placer, Ness.

—Lo estás haciendo muy bien —contestó ella con voz soñadora—. Me siento flotar.

Zac hundió la cabeza en su delicado cuello y le pellizcó con los labios hasta estar seguro de dejar marca.

Ella no había experimentado nada parecido desde la adolescencia, pero le gustó quedarse con un recuerdo de su posesión.

—Lo siento, Vanessa —gruñó él—. No puedo… maldita sea —unos cuantos juramentos más precedieron al aumento del ritmo.

En cuanto la intensidad cambió, el orgasmo que se había estado formando perezosamente, escaló hasta alcanzar la proporción de un incendio en el abdomen de Vanessa.

Sin saber cómo controlar la creciente tensión, hundió los dedos en la espalda de Zac y arqueó el cuerpo hasta levantar el trasero del colchón haciendo así que él se hundiera más en su interior.

Él se puso rígido y se estremeció contra ella, alcanzando la cima mientras ella aún buscaba la suya a ciegas.

Zac se tumbó a un lado y deslizó una mano entre las piernas de Vanessa para acariciarle el inflamado botón. Después agachó la cabeza y lamió un pezón, acariciándolo con la lengua mientras hundía otro dedo más dentro de ella.

El pulgar describía círculos sobre el clítoris y los dientes daban pequeños tirones al pezón. A su alrededor, todo se volvía borroso mientras la creciente tensión saltaba por los aires.

—¡Zachary!

La liberación fue brusca. Dulce. Intensa. Una de las experiencias más impresionantes de su vida. Agarrada a él repitió su nombre una y otra vez mientras descendía de la cima.

Zac siguió acariciándola, aunque con más delicadeza que antes mientras ella se acurrucaba, temblando, contra él.

Aún no era capaz de analizar lo sucedido. Entre ellos jamás había sido así. Estaba… desgarrada, no había otra manera de describirlo. Completamente vulnerable ante él.

Zac la atrajo hacia sí mientras los dos buscaban recuperar el aliento. Sus manos parecían estar por todas partes. Acariciaban, tocaban, consolaban. Le besó los cabellos, la sien, la mejilla, e incluso los párpados.

Lo abrazó con todas sus fuerzas, hundió el rostro en su cuello y se quedó dormida, tan saciada que no podría haberse movido aunque lo hubiera intentado.

2 comentarios:

  1. Intenso y Caliente el capitulo jaja
    Espero y eso sirva para que Zac en verdad DESPIERTE :)
    jaja
    siguela Amix :)

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  2. madre de dios!!!
    osea
    estoy sin palabras
    CAPITULAZO!!!
    mira ke e leido escenas subidas de tono en diversas novelas, pero creo ke esta es de las ke mas me an dejado perturbada en el buen sentido XD
    enserio
    wow!
    creo ke tendre felices sueños esta noche XD
    siguela pronto!
    bye!
    kisses!

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