jueves, 17 de enero de 2013

Capitulo 4

—¿Cómo nos conocimos? —preguntó—. Necesito saberlo todo.

—La primera vez que te vi llevabas un traje de chaqueta, zapatos que costaban más que mi casa, y gafas de sol. Me irritó mucho no poder ver tus ojos y me negué a hablar contigo hasta que te las quitaste.

—¿Y dónde sucedió todo eso?

—En la isla Moon. Preguntabas por una franja de tierra en primera línea de playa, y por su dueño. Y yo era la dueña y me imaginé que eras un tipo trajeado con planes para construir en la isla y salvar a la población local de una vida de pobreza.

—¿No estaba en venta? —él frunció el ceño—. Debía estar en venta. No habría sabido nada de ese lugar de no ser así.

—Lo estaba —Vanessa asintió—. Yo… yo necesitaba venderla. Mi abuela y yo no podíamos pagar los impuestos. Pero estábamos de acuerdo en que no se la venderíamos a un constructor.
Se interrumpió, claramente incómoda con las revelaciones que le había hecho.

—En fin, te tomé por uno de esos tipos estirados y te envié al otro extremo de la isla.

Él la miró furioso y, por primera vez, en los labios de la joven apareció una sonrisa.

—Estabas tan enfadado que volviste a mi casa y aporreaste la puerta. Exigiste saber a qué demonios estaba jugando y dijiste que no actuaba como alguien desesperada por vender un pedazo de tierra.

—Eso sí parece propio de mí —admitió él.

—Te expliqué que no estaba interesada en vendértela a ti y cuando hablé de la promesa hecha a mi abuela de que sólo venderíamos a alguien dispuesto a firmar un compromiso de no utilizarla con fines comerciales, me pediste que te la presentara.

Un incómodo cosquilleo se instaló en la nuca de Zac. Aquello no era propio de él. Él no entraba en el terreno personal. Todo el mundo tenía un precio. Se habría limitado a seguir aumentando la oferta.

—Lo demás resulta bastante embarazoso —siguió ella—. Te presenté a Mamaw. Os caísteis de maravilla. Ella te invitó a cenar y después dimos un paseo por la playa. Me besaste, y yo te devolví el beso. Me acompañaste a mi casa y quedamos en vernos al día siguiente.

—¿Y así fue?

—Desde luego —susurró Vanessa—. Y al siguiente, y al otro. Me llevó tres días conseguir que te quitaras ese traje.

Él alzó una ceja y la miró fijamente.

—¡Cielos! —la joven se sonrojó violentamente y se tapó la boca con la mano—. No quería decir eso. Llevabas ese traje a todas partes, incluso a la playa. De modo que te llevé de compras. Te compramos ropa de playa.

—¿Ropa de playa? —aquello empezaba a sonar como una pesadilla.

—Pantalones cortos, camisetas —ella asintió—. Chanclas.
Quizás el médico estuviera en lo cierto y había perdido la memoria a propósito. ¿Chanclas? miró sus carísimos zapatos de cuero e intentó imaginarse con chanclas.

—Y yo me puse esa ropa de playa…

—Desde luego. También te compraste trajes de baño. Nunca había conocido a alguien que viajara a una isla sin traje de baño. Después te llevé a mi rincón preferido de la playa.

Hasta ese momento el relato de aquellas semanas era tan distinto de él mismo que le parecía estar escuchando la historia de otra persona.

—¿Y cuánto duró esa relación que dices que mantuvimos? —gruñó.

—Cuatro semanas —contestó ella con calma—. Cuatro maravillosas semanas. Pasamos todos los días juntos. Tras la primera semana abandonaste tu habitación de hotel y te instalaste en mi casa. En mi cama. Hacíamos el amor con las ventanas abiertas para oír el mar.

—Entiendo.

—No me crees —ella entornó los ojos.

—Vanessa —empezó Zac con mucho tacto—. Me resulta muy difícil. He perdido un mes de mi vida y lo que me cuentas suena tan inusual en mí que me cuesta creerlo.

—Comprendo que no sea fácil —ella apretó los temblorosos labios—. Pero intenta verlo desde mi punto de vista. Imagina que la persona de la que estabas enamorado, y que pensabas estaba enamorada de ti, de repente no te recuerda. Imagina las dudas al descubrir que todo lo que te había contado era mentira, y que te había hecho una promesa que no iba a mantener. ¿Cómo te sentirías?

—Me sentiría muy disgustado —contestó él.

—Sí, eso lo describe bastante bien —Vanessa se puso de pie—. Escucha, esto no tiene sentido.Estoy muy cansada y creo que deberías marcharte.

—¿Quieres que me vaya? —Zac se levantó de un salto—. Después de soltarme esta historia, después de anunciarme que voy a ser padre, ¿esperas que me marche sin más?

—Ya lo hiciste una vez —contestó con voz cansada.

—¿Cómo demonios puedes asegurarlo? ¿Cómo sabes lo que hice o dejé de hacer si ni siquiera yo lo sé? Dices que me amabas y que yo te amaba. Acabo de decirte que no recuerdo nada. ¿Por qué dices que te abandoné, que te traicioné? Sufrí un accidente. ¿Cuál fue el último día que me viste? ¿Qué hicimos? ¿Te dije que te abandonaba?

—Fue el día después de cerrar el trato —ella estaba muy pálida—. Dijiste que debías regresar a Nueva York. Una emergencia. Dijiste que no te llevaría más de uno o dos días. Dijiste que volverías y que hablaríamos sobre lo que haríamos con las tierras.

—¿Y qué día fue eso? La fecha, Vanessa, quiero la fecha exacta.

—El tres de junio.

—El día del accidente.

Ella lo miró espantada y se llevó una mano a la boca. Parecía a punto de desvanecerse y él la atrapó por la cintura, obligándola a sentarse a su lado.

—¿Cómo? ¿Qué sucedió? —ella no se resistió y se limitó a mirarlo fijamente.

—Mi avión privado se estrelló sobre Kentucky —explicó él—. No recuerdo gran cosa. Desperté en un hospital sin saber cómo había llegado allí.

—¿Y no recuerdas nada? —insistió ella.

—Sólo he olvidado esas cuatro semanas, aunque tengo alguna que otra laguna.

—De modo que te olvidaste de mí… —Vanessa soltó una amarga carcajada.

—Sé que es desagradable oírlo —él suspiró—. Puede que no te recuerde, Vanessa, pero no soy ningún bastardo. No me satisface ver lo herida que te sientes.

—Intenté llamarte —continuó ella—. Al principio esperé. Me inventé un montón de excusas. Que la emergencia había sido grave, que estabas muy ocupado. Pero cuando intenté llamar al número que me diste, nadie me permitió hablar contigo.

—Después del accidente se tejió una importante red de seguridad a mi alrededor. No queríamos que nadie supiera lo de mi pérdida de memoria. Temíamos que los inversores perderían su confianza en mí.

—Pues parecía que me habías dejado tirada y que no habías tenido las agallas de decírmelo a la cara.

—¿Y por qué ahora? ¿Por qué has esperado tanto tiempo para venir a enfrentarte a mí?
Ella lo miró con desconfianza. Desde luego, lo sensato hubiera sido no esperar tanto.

—No descubrí que estaba embarazada hasta la décima semana. Mamaw estaba enferma y pasaba mucho tiempo con ella. No quería disgustarla contándole que sospechaba que nos habías seducido y mentido a las dos sobre tus planes para las tierras. Le habría partido el corazón, y no sólo por las tierras. Ella sabía cuánto te amaba. Quería verme feliz.

Zac se sentía como un auténtico gusano.

—Tenemos que tomar algunas decisiones, Vanessa.

—¿Decisiones?

—Dices que estaba enamorado de ti —Zac la miró a los ojos—. También dices que estás embarazada de mí. Hay mucho que decidir y no lo vamos a resolver en una noche.

Ella asintió.
—Quiero que vengas conmigo.
—¿Y adónde vamos exactamente? —Vanessa se humedeció los labios.
—Si lo que dices es cierto, una gran parte de mi vida y futuro cambió en esa isla. Tú y yo vamos a regresar al lugar donde todo comenzó.

Ella lo miró perpleja, como si hubiera esperado que la dejara tirada.
—Vamos a revivir esas semanas, Vanessa. Quizás estar allí hará que recuerde.
—¿Y si no lo hace? —preguntó ella con cautela.
—Entonces habremos pasado un montón de tiempo conociéndonos de nuevo.

3 comentarios:

  1. aaaawwwww!!
    bieeeen!!
    van a revivir esas 4 semanas!
    ke bonito!
    a ver si le sirve para acordarse, porke ya le vale ¬¬
    me a encantado lo de ke los zapatos de zac costaban mas ke la casa de ness XD XD
    de ke estaban echos, de oro? XD
    espero ke zac recuerde pronto!
    pero me da ke no sera asta el penultimo o ultimo capi ke recordara todo XD XD
    siguela pronto!
    bye!
    kisses!

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  2. wao, al menos quiere recordar :)
    Espero que Zac recupere la memoria muy pronto
    siguela
    :D

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  3. Me fascina la nove! quiero masssssssssssssssss

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