jueves, 17 de enero de 2013

Capitulo 3

Zac vio cómo el rostro de la joven palidecía. Soltó un juramento y la agarró de los brazos, sintiéndola floja y temblorosa.

—Siéntate antes de que te caigas —dijo secamente. La condujo hasta la cama y ella se sentó, sujetándose al borde del colchón.
—¿Esperas que crea que sufres amnesia? —ella lo miró espantada—. ¿Es lo mejor que has podido inventar?

Zac hizo una mueca, pues él mismo sentía algo parecido ante la idea de la amnesia.

—No pretendo enfurecerte, pero ¿cómo te llamas? Me encuentro en desventaja.

—Hablas en serio —Vanessa suspiró y se pasó una mano por los cabellos—. Me llamo Vanessa Hudgens.

—Bueno, Vanessa, parece que tú y yo tenemos mucho de qué hablar.

—Amnesia —ella volvió a mirarlo fijamente—. ¿De verdad piensas seguir con esa historia?

—¿Crees que me gusta que una mujer me sacuda un puñetazo en público y asegure estar embarazada de mi hijo cuando, por lo que yo sé, es la primera vez que nos vemos? Ponte en mi lugar. Si un hombre al que no hubieras visto jamás apareciera y te dijera las cosas que tú me has dicho a mí, ¿no sospecharías algo?

—Esto es una locura —murmuró Vanessa.

—Escucha, puedo demostrarte lo que me sucedió. Puedo enseñarte mi expediente médico y el diagnóstico. No te recuerdo, Vanessa. Siento mucho tener que decirlo, pero es la verdad. Sólo cuento con tu palabra de que entre nosotros ha habido algo.

—Sí, y no olvidemos que no soy tu tipo.

Zac dio un respingo. ¡Tenía que acordarse de ese comentario!

—Me gustaría que me lo contaras todo desde el principio. Cuéntame dónde y por qué nos conocimos. Quizás algo de lo que me digas me refresque la memoria.

Alguien llamó a la puerta.

—¿Esperas a alguien a estas horas? —preguntó él.

—El servicio de habitaciones. Me muero de hambre. No he comido en todo el día.

Vanessa se ajustó la bata y fue a abrir la puerta. Segundos después, un camarero apareció empujando un carrito con las bandejas tapadas.

—Lo siento —se disculpó ella cuando estuvieron de nuevo a solas—. No esperaba visita y sólo he pedido comida para uno.

Él alzó una ceja. Allí había comida para un pequeño regimiento.

—Siéntate y relájate. Podemos hablar mientras comes.

Vanessa se retrepó en el pequeño sillón junto a la cama y alargó la mano hacia un plato.
Rafael aprovechó para estudiar el rostro de la mujer que había olvidado.

Era preciosa, no podía negarlo, aunque no era el tipo de mujer hacia el que se sentía atraído. Él prefería mujeres dulces y, según sus amigos, sumisas.

Era consciente de que eso le hacía parecer un imbécil, pero no podía negar el hecho de que le gustaban las mujeres un poco más obedientes. El que se hubiera enamorado de la antítesis de las mujeres con las que había salido en los últimos cinco años, era fascinante.

Aceptaba el hecho de que podía haberse sentido atraído por ella, incluso haberse acostado con ella, pero ¿enamorarse? ¿En unas pocas semanas?

Las mujeres tendían a ser criaturas emotivas y entraba dentro de lo posible que se hubiera creído que él estaba enamorado. Desde luego, el dolor y la traición no parecían fingidos.

Y luego estaba lo del embarazo. Seguramente le haría parecer un completo bastardo, pero sería de imbéciles no pedir una prueba de paternidad. A fin de cuentas entraba dentro de lo posible que se lo hubiera inventado todo tras averiguar lo de su pérdida de memoria.

Sintió la repentina necesidad de llamar a su abogado para preguntarle quién había firmado el contrato de venta de las tierras que había adquirido. No había visto los papeles antes del accidente, para eso pagaba a otras personas, y una vez finalizado el trato, no había motivo para mirar atrás… salvo en esa ocasión.

—¿En qué piensas? —preguntó ella.

—Que esto es un enorme lío que…

—A mí me lo vas a decir —murmuró Vanessa—. Lo que no entiendo es por qué es tan malo para ti. Eres inmensamente rico. No estás embarazado y no has vendido unas tierras que pertenecieron a tu familia durante generaciones a un hombre que va a destrozarlas para construir un complejo turístico.

El dolor que reflejaba la voz de la joven le produjo a Zac una incómoda sensación en el pecho. Algo parecido a un sentimiento de culpa, pero, ¿por qué debería sentirse culpable?

—¿Cómo nos conocimos? —preguntó—. Necesito saberlo todo.

3 comentarios:

  1. Me ha encantado!
    Es facinanteee, pero me has dejado con la intriga.
    Igualmente me encanto el capitulo, me da lastima que Zac no resconozca a Vanessa :|

    Espero que subas pronto :)

    Besos.

    He leido tus otras novelas, Y ME ENCANTARON :)

    ResponderEliminar
  2. Que mal que Zac sienta que no se podría enamorar de Vanessa,
    pobre Nessa por lo que esta pasando,
    siguela, me encanta :D

    ResponderEliminar
  3. si, eso
    como se conocieron?XD
    yo tb estoy ahi intrigada
    zac se siente culpable por las cosas ke le pasan a ness por su culpa ¬¬
    vamos mejorando
    bueno a ver si recuerda todo pronto
    porke no veo a ness muy convencida con lo de la amnesia
    yo tampoco la verdad XDXD
    siguela pronto!
    ke los capis son cortos
    bye!
    kisses!

    ResponderEliminar

Recuerda Que Con Tu Comentario,
Me Hace Querer Seguir Publicando ;)